martes 21 mayo, 2024
Mujer es Más –
COLUMNAS MARISSA RIVERA

«CUARTO PISO» Tinta roja, la fragilidad del periodismo

 

Los tiempos difíciles para el periodismo en México se han intensificado.

Las agresiones, amenazas, ataques, acoso y asesinatos contra los periodistas en nuestro país no dan tregua.

Con frialdad, pero con certeza, lo decía muy claro el periodista Javier Valdez: “estamos solos”. Le sobraba razón, estamos muy solos.

Hoy se cumplen 640 días de la artera agresión que acabó con su vida, sin que se haya aclarado su crimen.

Y como él, hay otros nombres que se han agregado a la lista de colegas acribillados, por la incomodidad o irritación que provocaron al narrar, denunciar, evidenciar y cuestionar con sus plumas incisivas, críticas y duras lo que ocurría a su alrededor.

El reciente fin de semana a plena luz del día, en el Municipio Emiliano Zapata, Tabasco, mientras desayunaba, fue asesinado a balazos el conductor del programa de radio Nuestra Región Hoy, Jesús Ramos Rodríguez.

Hace un mes, en Baja California Sur, mataron a Rafael Murúa Manríquez, director de una radio comunitaria.

En lo que va del año han asesinado a dos periodistas y durante la actual administración ya suman cuatro, los colegas acribillados.

Solidarios, organismos internacionales se han sumado, en varias ocasiones, al reclamo por el asesinato de periodistas en nuestro país.

Esta vez fue la Oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, quien condenó el asesinato de Ramos Rodríguez y pidió que se considerara la actividad periodística como una de las líneas de investigación para esclarecer el homicidio.

Sugerencia muy pertinente porque ya sabemos que para minimizar las ejecuciones, abundan las suposiciones, ajenas a la actividad de la víctima.

Al mismo tiempo que crecen los homicidios de comunicadores, crece la impunidad. El año pasado fueron 12 los periodistas abatidos. Y en cada uno de ellos hay un caso de injusticia y una inacabada carpeta de investigación.

Hoy sabemos que los “presuntos” asesinos de Javier Valdez, fueron los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Y lo supimos, no por investigaciones de la justicia mexicana, sino por la declaración de Dámaso López Núñez, “El Licenciado”, durante el juicio de narcotraficante en Nueva York.

Mientras que aquí continua la impunidad.

Hace 693 días, en marzo de 2017, fue asesinada Miroslava Breach, reportera del periódico La Jornada, en Chihuahua. Seguramente usted lo recuerda, en la puerta de su casa, casi frente a su hijo.

“No se mata la verdad, matando periodistas” “Justicia” #NiUnoMás, se leía en las redes y en las marchas para condenar el asesinato.

Pero las cosas no cambiaron, están peor. La verdad permanece, los periodistas que la rebelaron, no.

Ocupamos el deplorable segundo lugar de los países más peligrosos, en todo el mundo, para ejercer esta profesión.

La Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión creada en 2010, durante la administración de Felipe Calderón ha sido inoperante.

En los últimos 18 años han asesinado en México a más de 120 periodistas.

Ojalá y esta nueva administración se empeñe en atender con esmero y resultados certeros, el aterrador ataque a periodistas y a la libertad de expresión. Es urgente.

 

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