Refinada forma de manipulación política de la que todo dictador hace uso eficiente
Quiero comenzar esta colaboración afirmando que mi principal temor con respecto a Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México, es que someta a consulta en algún momento de su gobierno, como lo afirmó en plena campaña, los derechos ya ganados por la comunidad LGBTTI, como el matrimonio igualitario y la Ley de Identidad de Género que, aunque solo son válidos hoy en la Ciudad de México y algunos estados, deberían extenderse en todo el país si queremos ser el México democrático y pleno que tanto se presume.
Mi temor se funda en la pésima experiencia que vivimos en días pasados con la “consulta” sobre cuál debe ser el futuro aeroportuario, si el proyecto de Texcoco o el de Santa Lucía que, usando todas las reglas del método propagandístico de Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, se aplicó de lleno en este caso: “repite mil veces una mentira para convertirla en verdad”.
Una de mis especialidades profesionales es la comunicación política, por lo que me atrevo a afirmar lo anterior y a explicar cómo se manipuló la información y, en una muestra de saña política, se ejecutó lo que ya es calificado como el error de octubre.
Esta acción ya afectó el prestigio financiero mexicano a nivel internacional, encareció el dólar y desestabilizó los mercados, logrando también, desde antes de que empiece a gobernar AMLO, una gran división en México, lo que parece será su estilo personal de ejercer el poder presidencial y lo peor: el establecimiento de una ideología política de odio contra los empresarios y la iniciativa privada que no se alinee o tenga intereses relacionados con él como el señor Riobóo.
En comunicación política los mensajes se diseñan y realizan para abarcar tres niveles: EL TEXTO que es los que se dice tal cual, EL CONTEXTO, que es el marco en el que se insertan los mensajes y adquieren aparentemente su razón de ser y EL SUBTEXTO, que es lo que verdaderamente se quiere decir y que representa la idea implícita que se completa con la realidad y el alcance de la acción política.
Dicho lo cual, tenemos que 70 por ciento de los consultados que representarían no más del uno por ciento del electorado nacional (1 de cada 100 mexicanos) votó a favor de suspender la construcción del Aeropuerto en Texcoco y construirlo en Santa Lucía.
Vale la pena señalar -como han explicado diversos especialistas- que la “consulta” no cumplió con ninguna ley ni parámetro profesional para ser confiable: podemos afirmar que solo fue para preguntarles a los simpatizantes de López (solo basta ver la distribución de las casillas, ubicadas en donde obtuvo mayor votación el 1 de julio) si estaban de acuerdo en que les cumpliera su promesa de campaña.
Han intentado los partidarios de AMLO justificar el sucio ejercicio desde diversos enfoques, la realidad es que el haber hecho su “consulta” antes de entrar en funciones solo puede entenderse como un método para saltarse todo el marco legal que tendrían que seguir estando ya en gobierno. Así es que la “consulta” se hizo como un mecanismo para no cumplir la ley pero comunicar una “acción democrática”.
El resultado esperado, alcanzado y luego comunicado en la conferencia de prensa del lunes 29 de octubre nos dice lo siguiente:
TEXTO: la gente votó a favor de Santa Lucía, por lo tanto suspendemos Texcoco, pese a todos los costos que implica y la pérdida de credibilidad en el futuro para los inversionistas.
CONTEXTO: realizo esta “consulta” aprovechando mi bono democrático que me brinda haber sido elegido por 30 millones de mexicanos y porque el Aeropuerto en Texcoco es la muestra palpable de un proyecto clasista, para ricos y lleno de corrupción (cosa que por cierto nunca han probado y dudo que logren probar).
SUBTEXTO: “Aquí mando yo” y cumpliré lo que está en mi auténtico control, sobre todo lo que haga más ruido para distraernos de lo que no puedo llevar a cabo.
Porque lo que se le olvida a los simpatizantes de AMLO son las cosas que ya están causando decepción por inalcanzables, por ejemplo la pacificación del país, cuyos foros (dos de cinco que se iban a realizar) causaron rechazo a su propuesta de perdón. Por cierto se nota también la ausencia real de un programa para solucionar el principal problema que aqueja al país: la inseguridad y la delincuencia.
Cuando AMLO habla de gobernar para el pueblo se olvida de los grupos de decisión presentes en el entramado del país: los empresarios e inversionistas que sostienen la economía y que no pueden ser sustituidos por políticas dadivosas de corte comunistoide, porque no hay presupuesto que alcance para regalar el dinero a manos llenas y con políticas asistencialistas.
Se le olvida a López que el empresariado es quien genera nueve de cada 10 empleos en México y en vez de gobernar generando políticas de desarrollo, parece entusiasmado en detener el progreso de México.
Muchos expertos lo han llamado populista, encabezando y tratando de mostrar “el pueblo soy yo”, creando comunicacionalmente a los enemigos imaginarios: los corruptos y los fifís (este último calificativo para descalificar a la prensa crítica de sus acciones), que por cierto, si el señor leyera lo suficiente, vería que han sido críticos de todos los gobiernos en los últimos cuatro sexenios).
Pareciera que estamos ante el retorno de la izquierda más recalcitrante a nivel de Mao Tse Tung o de Lenin y Stalin, y los empresarios fueran los zares mexicanos a eliminar. Muestra de esto lo tenemos en la intención de la flamante jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, que ha dicho que revisará la realización de la Fórmula 1 en la CDMX, porque pese a ser un proyecto exitosísimo que genera muchísimos recursos para el turismo, lo que no le parece es el cierre de la Magdalena Mixhuca por tres días para un espectáculo tan exclusivo y caro…
Y regreso a mi preocupación inicial, AMLO gobernará por decreto y a “consultazos”. No hay equilibrio con la mayoría de Morena en el poder legislativo, y dudo que gente que está de lado de la población LGBTTI, como Olga Sánchez Cordero, próxima Secretaria de Gobernación se atreva a decirle que no a este mesías tropical, que manda bajo la filosofía de “El Pueblo Soy yo” con dictadura disfrazada de gobierno abierto.
Alicia Guerrero es comunicadora y especialista en temas de mercadotecnia, comunicación política y relaciones públicas., Es luchadora permanente por el empoderamiento femenino y el respeto a la diversidad sexual.
