domingo 05 mayo, 2024
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«METAMORFOSIS»: ¿Honorabilidad en el Congreso?

 

El Diccionario de la Academia de la Lengua Española define la palabra “honorable” como un adjetivo para aludir a la persona que es honrada y merece el respeto o la estima de los demás. ¿Es el caso de nuestros legisladores contemporáneos? Casualmente encontré en el mundo del internet un documento muy ilustrativo que hoy me permite pedir a los integrantes de la nueva legislatura que, por dignidad, presenten un punto de acuerdo para quitarle ese adjetivo a las cámaras de Diputados y Senadores debido a que dentro del Congreso hay personajes vinculados a la corrupción que avergüenza internacionalmente a nuestro país.

El documento Breve Historia de la Cámara de Diputados, de Antonio Lomelí, que por cierto forma parte de los archivos de ese órgano legislativo, da cuenta de cómo, cuándo y por qué se creó esa representatividad, quiénes participaron en su concreción y quiénes han destacado en él: hombres con verdadero sentido patriótico, como el entonces senador Belisario Domínguez, quien pagó con su vida ser opositor político al usurpador Victoriano Huerta.

La excelencia y honorabilidad de muchos de los que han enaltecido al Legislativo en su historia de “luces y sombras” palidece ante el cinismo de políticos que utilizan las cámaras para burlarse de la justicia, corromperse, abusar de los más pobres y, lo peor, para violar una y otra vez nuestra Carta Magna que nació manchada por la sangre derramada por verdaderos héroes de la patria.

Como bien dice Antonio Lomelí, “para nosotros los mexicanos, el fenómeno representativo popular tuvo un período de gestación en el que los ideales políticos para el ejercicio de la soberanía fueron aflorando a la par que los iniciales esfuerzos libertarios de nuestro pueblo”.  Gracias diputados y senadores por asesinar los valores éticos y morales que como herencia nos dejaron hombres de excelencia.

Bien harían los coordinadores de los actuales y recientes grupos parlamentarios en las cámaras de Diputados y de Senadores en pedir este documento para leerlo detenidamente, analizarlo, reflexionar y ofrecer disculpas por aquello en lo que han convertido al Congreso: un circo romano, donde se impone la aplanadora del grupo mayoritario para darle gusto al Presidente de la República en turno, pisotear la dignidad de los trabajadores mexicanos y convertirse para todos nosotros en costosos “chapulines” que saltan de cámara en cámara.

Insisto: lejos quedaron los ideales y valores; lejos quedaron las sesiones que en el pasado dieron la autonomía a la ahora Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) o aquellas donde se les reconoció a las mujeres sus derechos políticos. La arenga ahora es frivolidad pura y sumisión barata “es un honor estar con Obrador”.

¿Cómo llamar “honorables” a quienes ocultos en cajuelas de automóviles escapan del máximo recinto acusados de apoyar al crimen organizado o de atrincherarse en sus oficinas en espera de amparos para no ser detenidos por corrupción, o de golpeadores de mujeres y pederastas que se protegen detrás del fuero?

¿Qué dirían Francisco Zarco, voz crítica en el Constituyente de 1857, quien se opuso con valentía a que fuera suprimida la cámara, o Gabino Barreda, Ignacio Mariscal, Serapio Rendón, Gustavo Madero, Valentín Gómez Farías, José María Iglesias, Ezequiel Montes, Ponciano Arriaga, Santos Degollado o hasta el mismísimo Benito Juárez si tuvieran a Napoleón Gómez Urrutia, Gerardo Fernández Noroña, Nestora Salgado o Sergio Mayer como compañeros de Cámara?

¿Qué dirían si estuviera frente a la amenaza velada de que la aplastante mayoría de un partido abriera la posibilidad de una dictadura como la que combatieron contra Porfirio Díaz en la Presidencia?

Gustavo Madero refirió en aquellos años, al subir a la máxima tribuna de la Nación: “El general (Porfirio) Díaz ha concentrado en sus manos un poder absoluto. Sólo de este modo ha podido gobernar a la República, según su voluntad y sin respeto a la libertad de imprenta, que podría despertar al pueblo y dirigir la opinión; ni al derecho de reunirse en clubes, porque podrían serle hostiles; ni a la soberanía de los Estados, porque mandarían diputados y senadores independientes, y elegirían gobernadores”.

Visión de un grande; legislativo de pequeños rumbo a su lV transformación…

 

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