Un sistema educativo de calidad es una herramienta sólida para enfrentar temas como inseguridad, pobreza y empleo, por ejemplo.
No por nada, durante el pasado proceso electoral, la Reforma Educativa fue tema central entre los candidatos a la presidencia: qué rumbo debería tomar la educación en nuestro país, más allá de servir, durante décadas, como botín político.
Como candidato, Andrés Manuel López Obrador advirtió que la cancelaría. Como Presidente Electo anunció que a finales de agosto y hasta noviembre se realizará una consulta abierta para proponer los cambios necesarios a la legislación en la materia.
Porque en los primeros días de la próxima administración se presentarán un paquete de iniciativas para modificar la Reforma Educativa.
Más allá de lo que generen las socorridas consultas, el poder que tendrá el próximo gobierno en el Congreso de la Unión, será determinante.
Para una reforma constitucional se requieren las dos terceras partes de los votos, por lo que Morena y sus aliados, podrán negociar con otras fracciones, las modificaciones que requieran para darle a la Reforma Educativa la dirección que ellos convengan.
No tendrían tampoco ningún problema para aprobarla en por lo menos 17 de los congresos locales, y concluir así, la ruta de una reforma que ha dado mucho de qué hablar.
Si la intención del Presidente Electo es convertir la Reforma Educativa en una política de Estado, ajena a intereses políticos o componendas electorales, bienvenida.
Al PRI le tocará defender una de las reformas insignia del Presidente Enrique Peña Nieto.
El jaloneo iniciará oficialmente el 1 de diciembre y vaya que será fuerte.
Como fuerte serán los retos en materia educativa y muchos, casi incalculables. Es sabido que las mediciones en materia educativa nunca nos favorecen.
El acceso diferenciado a la educación de calidad y un sistema que no está orientado en la educación, no solo ha frenado, sino ha estancado el sistema educativo en nuestro país.
En las evaluaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, México siempre sale reprobado y no solo eso, destacan sus horrorosos últimos lugares en matemáticas, ciencias y lectura, entre los países miembros de la OCDE.
Con reforma abrogada o no, urgen acciones en materia educativa transexenales, que permitan los cambios que se requieren para salir del hoyo en el que se encuentra nuestro país.
Con esa incertidumbre de lo que ocurrirá con la Reforma Educativa, el próximo lunes arranca el ciclo escolar 2018-2019 para los estudiantes de educación básica.
Por desgracia o fortuna, según sea el caso, se les acabaron las vacaciones a los alumnos de preescolar, primaria y secundaria. El 20 de agosto regresan a clases más de 25 millones de niños y adolescentes de todo el país.
Otra adversidad para esos millones de niños es que regresarán a clases sin la esperanza de mejores instalaciones o de mejores condiciones para el aprendizaje.
Algunos estudios señalan que por lo menos el 17 por ciento de las escuelas de preescolar, primaria y secundaria de todo el país no tienen ni baños para los alumnos.
La SEP ha reconocido que el 11 por ciento de los centros escolares no tiene sanitarios ni energía eléctrica. Otros miles de estudiantes tomarán clases en espacios sin techo ni paredes y ni siquiera mesas donde escribir. (Las cifras varían, según el estudio)
La UNICEF ha señalado que hay 4 millones de niños indígenas que estudian en “escuelas” sin baños, sin maestros que hablen su misma lengua y llegan a sus clases sin haber probado alimento.
Así las cosas en nuestro Sistema Educativo. Bienvenido ciclo escolar 2018-2019.
