Le pregunto a Leticia Robles, experta en la vida parlamentaria, que cuándo inició el debate de las pensiones de los expresidentes.
Me cuenta que las primeras iniciativas se dieron hace 12 años con los senadores Oscar Cantón Zetina (PRI) y Raúl Ojeda y David Jiménez (PRD).
En este sexenio, se acumularon decenas de propuestas del PRD, Morena y de Movimiento Ciudadano.
La diputada de MC Verónica Delgadillo reunió más de 100 mil firmas en change. org para que el presidente Enrique Peña renuncie a su pensión vitalicia, actualmente de 205 mil pesos mensuales.
López Obrador advierte que, de ganar, quitará ese “privilegio” a Luis Echeverría, Vicente Fox y Felipe Calderón, ya que Carlos Salinas y Ernesto Zedillo renunciaron a recibirlo.
Meade ha dicho que los ex mandatarios merecen esa pensión. Y Anaya sigue sin fijar postura.
¿De eso trata la austeridad? ¿Es justicia, venganza o vil artificio para el aplauso fácil?
El tema ya es parte de la puja presidencial. Y las definiciones resultan obligadas.
No más congeladora legislativa. Ni demagogia.