Cuando tú moriste
corté tu cabellera y la até a un rosal
lo planté y lo podé
con cuidado.
Enterré las espinas en el pecho de un niño
que enterré en mi pecho
¡Ah!, pero si el dolor elogiara a la vida:
de todas sus rosas sólo las espinas.
Ni en las raíces ni en las tumbas vuelan las moscas,
entre las risas y las condolencias no existe nada
La flor que tiene más raíces es la de la noche,
me despierto en la oscuridad y admiro su padecimiento.
Cuando moriste
tiré mi colchón a la basura
y barrí tu polen con una escoba
la lluvia de mis ojos inundó mi cama
y secó mis ojos
Ojos que escucharon
la sinfonía nocturna
de tu entierro
ojos llorones
de que Moriste
se enteraron.
Pero mientras un pétalo se amargue y otro florezca:
habrá siempre un tallo para que yo lo parta en dos.
Ian Soriano. El estudio de la Comunicación y el periodismo (UNAM, FES Aragón) le revela su vocación literaria a la edad de 18 años. Es autor de los poemarios “Igual que los muros de naipes de un castillo sinfónico” y “Explotó todo el aroma de la sangre”. La fotografía y el video le representan otra forma de expresión poética. Convencido de que estar informado es algo valioso.