Cuando uno lee en los medios internacionales de comunicación que el titular del Poder Ejecutivo de cualquier país no puede hacer de la suyas, siento una envidia terrible.
Puede ser el caso de Brasil en donde se juzga a mandatarios, empresarios, legisladores, políticos en general por sus actos de corrupción.
Lo mismo sucede en España en donde los financiamientos ilegales a políticos del Partido Popular llevan a la cárcel a los involucrados.
No se diga si se trata del equilibrio de poderes que se da en los Estados Unidos cuando el Poder Legislativo y el Judicial rechazan una orden ejecutiva del mandatario por no ajustarse a los términos constitucionales o porque el presidente rebasó los limites de sus facultades.
Esos contrapesos, ese respeto a la ley hace de las instituciones de esos países entes fuertes que permiten que los ciudadanos confíen en quienes aplican la justicia y legislan en su favor.
En México padecemos el mal funcionamiento de nuestras instituciones.
Un ejemplo doloroso e indignante es el asesinato y violación de una niña de 11 años en Nezahualcóyotl, Estado de México, presuntamente cometida por un conductor del transporte público concesionado.
La madre de la pequeña Valeria solicitó ayuda a las autoridades de la entidad y hasta de la Ciudad de México. Pidió que la ayudaran a buscar a su pequeña. Nada hicieron. Como ella dice, estaban muy ocupados con sus elecciones.
Hay un detenido, ojalá que sea el verdadero culpable y pague con todo rigor el crimen que cometió.
¿Por qué no actuaron las instituciones de procuración y prevención de la justicia? Simplemente porque no funcionan. Sirven a otros intereses que no son los de la ciudadanía.
¿Cómo entendemos que una madre asesine a sus hijos porque las autoridades judiciales no hicieron caso a los presuntos abusos del padre a sus pequeños?
O del otro lado ¿Cómo esas mismas autoridades no impidieron que esos niños se quedaran en manos de quien les quitó la vida?
Las instituciones parecen estar escleróticas ante los dramas que vivimos cotidianamente.
¿Por qué pocas personas denuncian ante el Ministerio Público? Por miedo a que las instituciones se conviertan en nuestros verdugos.
Si un partido se roba una elección y la autoridad electoral asegura que es “descabellado” que eso ocurra, entonces ¿Para qué votar?
Si un político se roba el dinero del erario y es acusado, tiene la posibilidad de largarse a donde quiera sin ser molestado, a menos que el escándalo o la conveniencia política haga que la justicia de otros países lo detengan.
Hay muchos ejemplos de cómo no actúan nuestra instituciones. Por eso, cuando veo que altas figuras de la política internacional caen por su malos manejos, sus actos de corrupción o su impericia e ineptitud, siento envidia de que las instituciones de esos países sí funcionen.
Al menos ponen castigos ejemplares para que esas conductas no se vuelvan a repetir.
La Letrina. Democracia Interna es un grupo de priístas que piden que Enrique Ochoa deje la dirigencia del partido. No lo reconocen como propio. Piden cuentas de su actuar y exigen que se vaya.
Carlos Rojas, ex secretario de Desarrollo Social y ex secretario General del PRI, fue también contundente: dijo que no sabía de la existencia de la militancia de Ochoa Reza en el PRI.
Fernando Coca: reportero por la Escuela de Periodismo Carlos Septién Garcia. Sus fuentes son la política, legislativa y electoral. Creyente de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en todos los ámbitos de la vida. Aprendiz de músico, lector insaciable y apasionado del cine. En Televisa fue jefe de Información de El Mañanero con Brozo y colaboró en Tercer Grado. Lo que aquí escribe es su personalísima opinión.
