La izquierda en este país fue la vencedora en las elecciones del domingo pasado al obtener, tan solo entre PRD y MORENA, casi el 50% de los votos emitidos para elegir al gobernador del Estado de México. Si la unión entre ambos partidos políticos se hubiera dado, hoy se estaría festejando la alternancia en un estado donde la inseguridad y la pobreza extrema son marcas que sus habitantes llevan tatuadas en el rostro.
Pero como el hubiera no existe, con los resultados emitidos por el IEEM que dan una ventaja al priista Alfredo del Mazo sobre la morenista Delfina Gómez, se confirma que el PRI mantendrá el poder durante los próximos seis años y será factor indiscutible en la elección presidencial del 2018 con toda la maquinaria social, política y económica que utilizó en estas elecciones para preservar la llamada “corona” que significa el Estado de México.
No obstante que la alternancia quedó sólo en un sueño, se debe admitir y reconocer la fuerza que tiene la izquierda en la entidad mexiquense. MORENA creció de manera indiscutible y el PRD tapó la boca de todos aquellos que le habían pronosticado una muerte segura. Su candidato Juan Zepeda fue la sorpresa en esta contienda y hasta el último momento se mantuvo sereno, seguro, disciplinado y con un discurso sencillo pero contundente sobre el triunfo –sin haber ganado la gubernatura– del Partido de la Revolución Democrática al obtener el tercer lugar en las preferencias electorales.
Zepeda, sin duda, le dio aire al Sol Azteca para prepararse mejor rumbo a las elecciones presidenciales del 2018 que serán las más reñidas en la historia de nuestro país, porque de unirse y conformar una coalición de izquierdas, fuera de soberbias, autoritarismo, amenazas, protagonismos y culto a la personalidad, tendrá todas las posibilidades de quitarle al PRI la Presidencia de México.
Lo interesante aquí es si los dirigentes del PRD y MORENA se ponen de acuerdo, primero para formar una coalición que sume y no divida y, después, quien sería su abanderado presidencial porque se sumarían a la candidatura de Andrés Manuel López Obrador otros como Miguel Ángel Mancera y posiblemente el nuevo rostro del perredismo Juan Zepeda, quien no tiene “cola” que le pisen y posee un gran carisma, además de impulsar el relevo generacional.
El PRD será decisivo para el 2018 y por lo mismo tendrá que ser bien tratado por su hermano MORENA y su líder nacional y autocandidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, quien tiene la última oportunidad de dirigir el destino de México. De su actitud y actuación depende su sueño de ser Presidente o pasar a la historia no como el héroe que pretende ser, sino como el actor que dividió a la izquierda en aras de una ambición personal, obsesiva y enfermiza.
No hay duda de que el PRI seguirá gobernando el Estado de México, pese al hartazgo de millones de mexiquenses que se sentirán frustrados, heridos e inconformes, pero nadie le asegura que detendrán la Presidencia si al margen de populismo, ambiciones y traiciones de la izquierda que representan PRD y MORENA caminan unidos como dos buenos hermanos.
Elena Chávez. Estudió periodismo en la escuela “Carlos Septién García”. Ha escrito los libros “Ángeles Abandonados” y “Elisa, el diagnóstico final”. Reportera en diversos diarios como Excélsior, Ovaciones, UnomásUno; cubrió diferentes fuentes de información. Servidora Pública en el Gobierno del Distrito Federal y actualmente Diputada Constituyente externa por el PRD.