martes 14 mayo, 2024
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GILDA MELGAR

«DOLCE ÁLTER EGO»: #Unicornio de mal gusto

Desde su lanzamiento la semana pasada, el frapuccino #Unicornio, bebida de edición limitada del Starbucks, se volvió trending topic en Twitter, Facebook e Instagram.

Cientos de fotos y videos con la imagen de la bebida color rosa –y sabor mango, fresa y agridulce tipo sugus o tix-tix-inundaron las redes. Especialmente los más jóvenes –aunque también algunos ya mayorcitos– se lanzaron por el suyo para no quedarse atrás, probar la #bebidadelmomento y lograr el post que les hiciera el día. Hasta la cantante Katy Perry subió un video a su cuenta de Instagram con el momento de su reacción al probarlo

El 20 de abril recibí una notificación de Starbucks, vía correo electrónico, invitándome a probar la bebida, con la imagen respectiva y la leyenda: “¡Bienvenido Frapuccino Unicornio! ¡Un sabor inesperado y divertido!”.

De inmediato pensé: “¡Dios de mi vida!, ¿y ahora qué cochinada habrán inventado?”. Fiel a mis principios de no beber ni comer ningún alimento tipo chatarra o no natural, en ningún momento se me pasó por la cabeza probarlo.

No obstante, dos días después, al observar el fenómeno mediático que la bebida suscitó y tras leer muchos comentarios a favor y en contra, decidí probarlo “por investigación foodie”. Pero simplemente ¡llegué demasiado tarde! En la zona de la Del Valle ya no estaba disponible en ninguna sucursal.

Programado para venderse por un periodo de siete días, el frapuccino #Unicornio ¡se agotó en un día y medio! En algunas sucursales, el mismo día 20 por la tarde. Sentí que me iba a dar un coma diabético y no por la bebida (que por fortuna nunca probé), sino por la tristeza de la realidad que vivimos los mexicanos con la adicción al azúcar, a la mediocridad y al maldito like.

¿Hasta dónde hemos llegado –bebiendo cualquier cosa a costa de la salud– con tal de “estar en la onda” y recibir una gratificación no sólo instantánea sino superficial?

De acuerdo con una infografía publicada por Excélsior el 21 de abril, para bajar las 410 calorías de un vaso mediano del #Unicornio, es necesario correr una hora, saltar la cuerda 60 minutos o ejercitarse con elíptica unos 30 minutos.

Me imagino, casi adivino, que 90% de los que consumieron al menos un #Unicornio, no hicieron nada de eso.

Y es que, de acuerdo con el Informe sobre la Salud (2015) de la SSA, la prevalencia de diabetes en nuestro país alcanzó niveles muy altos a principios de este siglo y sigue aumentando consistentemente.

De acuerdo con datos del ISSSTE, “México tiene la incidencia más alta de obesidad juvenil en todo el mundo, con más de 28% de los niños entre 5 y 9 años de edad y 38% de jóvenes de entre 10-19 años de edad, clasificados con sobrepeso u obesidad”.

No sólo me preocupé por la salud de los cientos de jóvenes que “orgullosos” postearon su frapuccino rosa, también sentí tristeza y pena por su evidente mal gusto. Y no lo digo en términos clasistas o peyorativos, sino en el sentido de un gusto poco educado en términos gourmet.

Tomar una bebida de esas, llena de sabores artificiales (en este caso jarabe de mango y polvos de malteada de fresa y mora azul con toque ácido) y mucha azúcar, no es nada trendy, cool, fashion y mucho menos gourmet.

Gourmet no es igual a “bonito”, “colorido” o “fashion”. Contrario a lo que popularmente se piensa, los alimentos gourmet no son solamente aquellos sibaritas o preparados con ingredientes de primera calidad bajo métodos refinados o de vanguardia, sino también los que provienen de una respetable recolección o elaboración, aunque no sea caro, como muchos de nuestros productos artesanales, por ejemplo la cajeta o las fresas cristalizadas de Celaya.

Nuestro mal gusto ha sido clave para que cadenas como Starbucks encuentren en México un paraíso. Nuestra clase media se fascina con lo superficial, es adicta al #sugarrush “caro” pero barato, aunque eso le reste vida a su vida. La marca, consciente de ello, hace gala de su mercadotecnia con productos de “edición limitada”, lo que para el promedio de la gente equivale a “difícil de conseguir” y, al conseguirlo, lo perciben como “un triunfo que hay que postear”.

Espero que usted no haya sido uno de los que corrió al Starbucks más cercano para probar el tal #Unicornio y, si lo hizo, ojalá se haya ejercitado de alguna forma.

Para quitarme el mal gusto de este “trending topic” superficial y profundo a la vez, me preparo ya mi #UnicornioDolceAlterEgo: unas enormes fresas orgánicas, trozos de mango, moras azules, ralladura de jengibre y crema de rancho. #Totalmentegourmet. 

 

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