viernes 26 julio, 2024
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COLUMNA INVITADA

«EL RING DE LOS DEBATES»: Siria: el rostro infantil de la guerra

“Cuando llegó la guerra, todos los niños y niñas sirios

olvidaron todo lo que habían aprendido

y ahora no saben nada más que de guerra.

Siento que he visto tantas cosas terribles.

Perdí dos años de escuela y mi hermano ha crecido,

 apenas ha estudiado. ¿Qué pasa si crezco

y continúo en este mismo camino

y pierdo todo mi futuro?”,

Zeinab, de 12 años.  

Declaraciones hechas en un campamento

de personas desplazadas

en Hassakeh, al  noreste de Siria.

Muchos de ellos nacieron en medio del infierno. Desde sus primeros días han vivido bajo el feroz ruido de los bombardeos y la metralla; han respirado el polvo de los escombros, y han padecido angustia, hambre y frío.

 

Han sido obligados, junto con sus familias, a huir a tierras ajenas y a ser llamados “refugiados”; han sido condenados a permanecer en campamentos que, por sus condiciones, se asemejan más a campos de concentración. No saben lo que es vivir en paz. Son los hijos de la guerra de Siria.

 

Este miércoles 15 de marzo se cumplieron seis años del inicio de un conflicto cuyo balance es catastrófico, especialmente para la infancia. Una situación que coloca a ese país en el riesgo de tener una generación perdida.

 

Hoy poco se sabe de las causas que le dieron origen. Vale la pena recordarlas. En enero de 2011 surgieron manifestaciones en Túnez que derivaron en la llamada “Primavera Árabe”, una serie de rebeliones que se replicaron en países como Libia.

 

El efecto dominó llegó a Siria. El 6 de marzo de ese mismo año, un grupo de adolescentes fue arrestado en la ciudad de Dara, al sur del país, por dibujar un graffiti contrario al régimen de Bashar Al Assad en una pared.

 

Este hecho desencadenó protestas masivas y enfrentamientos de la población contra las fuerzas del gobierno. Las manifestaciones para exigir la caída del régimen subieron de tono y se extendieron hasta Damasco y luego a todo el país en cuestión de meses. Para finales del año, los opositores ya eran considerados “rebeldes” y habían formado una guerrilla.

 

La organización Save the Children ha dado seguimiento a los efectos que el conflicto ha causado en la población infantil y concluyó que hay “evidencia generalizada de estrés tóxico” que se experimenta cuando alguien es sometido a una adversidad fuerte, frecuente o prolongada, como la extrema violencia que produce el conflicto sirio. El daño psicológico, estimó, podría ser irreversible.

 

Según sus conclusiones, el 78% de los niños y niñas siente dolor y extrema tristeza casi todo el tiempo, mientras que casi todos los adultos dijeron que los niños y niñas se habían vuelto más nerviosos o temerosos a medida que la guerra continúa.

 

De acuerdo con el estudio, el 84% de los adultos y casi todos los niños creen que los bombardeos continuos son la principal causa del estrés psicológico que padecen; el 50% de los niños y niñas dice que “nunca” o “muy raramente” se han sentido a salvo en sus escuelas, y el 40% afirmó que no se sienten seguros de jugar afuera de sus propios hogares.

 

El 71% de los adultos dijo que los niños sufren cada vez más de incontinencia urinaria y de micción involuntaria.

 

Esta semana, la Organización de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) concluyó que 2016 fue el peor año para los niños en Siria. Seis millones de menores han tenido que ser atendidos a través de ayuda humanitaria para sobrevivir, mientras que 850 fueron reclutados para el combate por alguno de los bandos en conflicto.

 

Expertos alertaron que se ha llegado a un punto crítico: si la guerra no termina pronto y los niños y niñas no reciben la ayuda psicológica que requieren, será mucho más difícil reparar el daño cuando lleguen a la edad adulta.

 

En 2014, la ONU investigó las violaciones a los derechos humanos y mostró evidencias de que se han cometido crímenes de guerra, como secuestro, tortura, asesinato y ejecuciones. En seis años de guerra, más de 320 mil personas han muerto y 145 mil están desaparecidas. Además, dos millones han resultado con algún tipo de heridas.

 

Pese a la exigencia del organismo de evitar el uso de armas “en zonas donde habitaban civiles”, la práctica continuó y se llegó al extremo del uso de armas químicas que provocaron una oleada de refugiados a países vecinos como Líbano, Jordania y Turquía.

 

Miles de ellos intentaron llegar a Europa a través de las Islas Griegas, lo que generó una crisis sin precedentes en la Unión Europea. Se estima que más de 12 millones de personas se han tenido que desplazar dentro y fuera de Siria.

 

En términos económicos, las pérdidas por el conflicto ya superaron los 200 mil millones de dólares.

 

Pero más allá de esos números está el drama humano, en especial de los menores. De esas niñas y niños que no saben más que de guerra y se preguntan si tienen futuro. Siria puede reconstruirse, pero ¿cómo devolverles la infancia a esos pequeños, a los hijos de la guerra? Siria está lejos, pero podemos ayudar. ¿Díganme cómo?

Hannia Novell. Licenciada en Ciencias de la Comunicación, realizó estudios en Periodismo, Literatura y Seguridad Nacional en diversas instituciones como la Universidad Iberoamericana, el Centro de Comunicación, Radio Educación y el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Especialidad en corresponsalía de guerra en La Universidad de Jerusalem (Israel) y una especialidad en comunicación política en George Washington University. Titular del noticiario estelar de Proyecto 40 en su edición nocturna. 

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