lunes 06 mayo, 2024
Mujer es Más –
IVONNE MELGAR

«ELLAS EN EL RETROVISOR»: El eterno club de Tobi

¿Los medios de comunicación pueden engrandecer o minorizar a un candidato? 

(Fragmento de la ponencia presentada el viernes 3 de marzo en el Foro internacional: Asimetrías y estereotipos de género en los medios de comunicación convocado por INE y FLACSO)

 

“Los medios identifican a las mujeres en su relación familiar tres veces más que a los hombres”, concluye el Informe Regional del Monitoreo Global de Medios 2015. 

 

Y este dato, terrible, es documentado a nivel de México por la agencia CIMAC al revisar la experiencia electoral de 2015. En realidad, un análisis revelador en cuanto a la difícil tarea de desmontar los prejuicios con los que abordamos la participación política de las mujeres.

 

Y aquí mi primer subrayado, al rescatar una aportación clave en este estudio que es el fenómeno de la denegación de poder hacia las protagonistas del proceso electoral, al presentarlas como dudosas e inseguras.

 

Caso Josefina

 

Puedo dar testimonio personal y reporteril de esa situación en la campaña presidencial de 2012 con la abanderada del PAN, Josefina Vázquez Mota, quien concluyó ese proceso siendo proyectada en los medios como una candidata dudosa e insegura.  

 

Sé que la controversia del caso, del personaje y de aquella coyuntura imposibilita un análisis frío. Han pasado cuatro años y medio de la elección, apenas. Pero creo que por la cercanía del asunto, la pregunta vale.

 

¿Pueden los medios de comunicación, los informadores, los reporteros, los concesionarios, crear una narrativa sobre los personajes de la política? ¿O son únicamente cajas de resonancia de lo que sucede en la política?

 

¿Fue Josefina una candidata débil, dudosa o insegura en los hechos que inevitablemente debían reportarse en los medios? ¿O eso nos hicieron creer sus adversarios internos y externos, que los hubo en ambas partes? ¿O es que la publicidad y la propaganda de los estrategas, en este caso del PRI, se impuso en los medios al convencernos de que era una mujer frágil en todos los sentidos?  

 

¿Cómo deslindar responsabilidades?

 

Creo que ese es el gran tema de fondo: cómo se batalla o no con la narrativa de sumisión, tutelaje, sometimiento, incapacidad, que se construye sobre las candidatas y que surge –ojo– desde mi punto de vista, primero en sus entornos inmediatos.

 

El desafío entonces para cualquier candidata mujer hoy en México, 2017, sigue siendo el de contender con esas narrativas que se extienden, se viralizan, en el cuarto de guerra del adversario y, por supuesto, a través de los medios de comunicación tradicionales y también en los digitales y alternativos.  

 

¿Pero pueden los medios por sí solos legitimar o revertir el fenómeno de la denegación de poder? Lo que yo pude entender en la campaña de Vázquez Mota es que discursivamente entre las élites y entre la gente de a pie y los medios, se propició la expectativa de ya es tiempo que México tenga una candidata mujer. Ojo: candidata.

 

Sin embargo, ya en la pelea, cuando las cosas fueron en serio, cuando perdió el delfín del presidente Calderón, cuando las fuerzas políticas y los aparatos electorales comenzaron a alinearse para la guerra, la duda se generalizó y se hizo cotidiana con la pregunta que Josefina debió constar todos los días, al menos unas diez veces, ¿están preparados los mexicanos para una Presidenta mujer?

 

De verdad quieren que los gobierne una mujer a la que se le vacía el estadio, a la que en el puesto de quesadillas le piden cuentas, a la que estaba a punto de desmayarse…

 

¿Dónde se da el punto de inflexión entre la expectativa de sí se puede y la acumulación de presuntas pruebas de que no se va poder?

 

Creo que a la precandidata Margarita Zavala ha comenzado a sucederse algo similar cuando todavía estamos en precampaña. Pasamos del ímpetu de frases como “esa señora me cae muy bien, se ve decente, eso es lo que leíamos en Facebook”, a la denostación de que será muy buena, pero es la esposa del ex presidente Calderón.

 

El club de Tobi

 

¿Cuál es mi hipótesis? Que la narrativa de los personajes políticos se construye en tiempos electorales desde las élites y que éstas siguen siendo un club de Tobi, con códigos de club de tobi, donde las mujeres siguen sin ser interlocutoras. Son bella compañía, hermosa presencia. Pero no pares.

 

Y en ese club de Tobi, desde las élites, sí cuenta mucho, muchísimo, la poderosa idea de que los mexicanos no están preparados para una mujer. Y no sólo a nivel Presidencia de la República. Vayamos a elecciones estatales. ¿Qué pasó con Ivonne Álvarez? ¿Por qué al final la dejaron sola los grupos empresariales inconformes con la administración de Rodrigo Medina? ¿Por qué no iba a castigar a su antecesor y el Bronco sí? ¿Por qué querían una alternancia de partido pero no de género?

 

El machismo es real. Existe. Se toca y se toca mucho más en las campañas. Lorena Martínez, otra candidata a gobernadora que perdió en Aguascalientes, nunca pudo revertir dos asuntos: que el PAN, su competidor, la llamara “la candidata de Peña”; es decir, la subordinada de un hombre, así sea el Presidente; esto es, una percepción, y resistencia del segmento poblacional conformado por varones mayores de 40 años que habían padecido el desplazamiento laboral o el estancamiento tecnológico.  Nunca los pudo convencer. Y ahí estaba el voto indeciso.

 

El Club de Tobi entonces es ese espacio donde el poder se atrinchera y les cierra las puertas a las mujeres. En Aguascalientes, en las elecciones presidenciales, pero también en otros espacios tan relevantes y necesarios como el Congreso.

 

Lo que hasta ahora vi en la Cámara de Diputados y en el Senado son juntas de coordinación política y burbujas parlamentarias donde las señoras no caben. Hay una vicepresidenta en la mesa directiva, alguna presidenta de una comisión importante. Pero las definiciones como las que se tomaron en el Pacto por México, la mesa de negociaciones más relevante de este sexenio, carecieron de una firma femenina.  

 

 

 

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