Muerto el perro, no se acabará la rabia en Estados Unidos.
Todo parece indicar que le llegó su hora a Donald Trump. Y en buena medida su derrota se deberá a ese sector de la sociedad al que insultó tanto: los hispanos. Entre los estados que en los últimos días se habían empezado a inclinar hacia Trump, Florida era el más decisivo. Se dice que nadie llega a la Casa Blanca sin llevarse ese estado. Con 29 votos electorales, Florida es fundamental para ganar. Por eso causaba tanta preocupación entre los Demócratas el que, luego de que James Comey, el director del FBI dijera que había reabierto la investigación sobre las irregularidades de los emails de Clinton como Secretaria de Estado, los votantes se estaban decidiendo por Trump. Pero tal vez el hecho de que Comey anunciara el domingo que el asunto se había cerrado y que no se encontró nada ilegal, volvió a cambiar la tendencia.
El caso es que las encuestas de cierre del lunes 7 de noviembre, le vuelven a dar a Clinton una casi segura ventaja en la Florida. De hecho, si los resultados de ese estado empiezan a figurarse para las 8 PM, tiempo del Este, a esa hora se podrá decir casi con certeza que Clinton será la primera mujer en ser presidente de Estados Unidos. La justicia poética es, por supuesto, que Florida, junto con California (55 votos electorales), dos de las más grandes cerezas del pastel, tienen una gran proporción hispana.
En Florida, se calcula que ya han votado 6.4 millones de hispanos y en su gran mayoría lo hicieron por Clinton. A nivel nacional se ha duplicado el número de latinos registrados para votar y los sondeos indican que el 76% ha votado o votarán por Clinton, mucho más que el récord histórico que había conseguido el presidente Barack Obama.
Según la predicción hecha por Larry Sabato, director del Centro Político de la Universidad de Virginia, el lunes en la noche el conteo final será de 322 votos electorales para Clinton y 216 para Trump. Sabato, creador del sitio Crystal Ball (bola de cristal), es quien ha predicho con mayor precisión las elecciones presidenciales y legislativas de los últimos años. La derrota de Trump en las urnas no va a cerrar la cloaca que destapó. Se calcula 60 millones de estadounidense votarán por él y ellos no van a desaparecer. Mal que bien, Trump sacó a la luz muchas de las cosas sobre el sistema político de Estados Unidos y los demócratas harán bien en prestar atención. De no ser porque Trump es un candidato tan extraordinariamente inadecuado, la simpatía que sus denuncias al sistema despertó bien podrían haberlo llevado a ganar la presidencia.
La prensa es deshonesta. El proceso electoral es corrupto y el dinero juega un papel decisivo en la política estadounidense; todo esto y más de lo que ha dicho Trump, es cierto. Ojalá que el 9 de noviembre no se desechen las realidades de esas denuncias, junto con quien las hizo. Muerto el perro, no se acabará la rabia.
