“Memento” (2000) es para mi gusto la gran obra (todavía no superada) de Nolan.
Christopher Nolan, director y guionista angloestadounidense, responsable de algunos de los filmes más venerados de los últimos años, ha sido descrito por algunos de sus entusiastas seguidores como el nuevo gran maestro, casi como el siguiente Kubrick (si es que recuerdan aquel controversial artículo de @slate de hace unos 5 años).
Sin pretender saldar una discusión de este tamaño (empresa fútil además, entre otras razones porque Nolan aún tiene, al menos en teoría, muchos años de carrera por venir), creo que el mejor modo de tener una primera aproximación al tema es revisar sus trabajos.
Conviene hacer notar, de entrada, que Nolan se ha ganado un sitio como un sofisticado y competente director, que ha mostrado oficio y originalidad en ámbitos tan disímbolos como el thriller psicológico, el drama de época, las aventuras de superhéroes y el espectáculo sci-fi de alto presupuesto. Veamos pues algunas de sus obras:
“Inception” (2010)
Incepction fue todo un evento en el mundo del cine; su preeminencia en el espectáculo fue largamente anticipada; y hay que decir que su recibimiento en taquilla y crítica fue en general muy exitoso.
Para mi gusto tiene un deslumbrante trabajo formal y altas pretensiones, pero creo que falla ligeramente en originalidad…. La maestría de Nolan director, fuera de toda duda por supuesto, queda así ligeramente torpedeada por la poca originalidad de Nolan escritor.
Casi podría verse a “Inception” como un ´remake´ de “The Thirteenth Floor” (Ruznak, 1999); lo que en ésta es virtualidad en aquella es onírico. Además, están las obvias soluciones argumentales tomadas de “The Cell” (Singh, 2000), pero sobre todo de “Strange Days” (Bigelow, 1995).
Es cierto que las traslaciones de Nolan son más eficaces y, en su conjunto, arman una obra sin duda mayor a todas, salvo “Strange Days”. Y brillante la escena final, mucho mejor solucionada que la equivalente en otro filme al que también le debe: “ExistenZ” (Cronenberg, 1999)
“Interstellar” (2014)
Interstellar, fastuoso e intenso desplante sci-fi de altos vuelos, pese a su deslumbrante éxito y recibimiento, me parece que hacia el segundo acto cae en un hoyo negro narrativo del que sufre en serio para salir.
El primer acto es de 10: en el marco de un presente fatídico que camina sigiloso hacia la extinción, y con la dirección de actores a tope… Todo en su sitio, hasta la alusión poltergeistiana, en un tono de seco dramatismo, sin piruetas ni arrebatos.
El misterio del hallazgo de la NASA ‘undercover’ y el disparo al vacío (literalmente interestelar), abren un segundo acto que empieza de rechupete (con la primera misión fallida) pero luego se precipita en un farragoso pantano de disertaciones ampulosas sobre amor, culpa, egoísmo y sentido de humanidad.
Nolan sufre para sacar a la historia de ese barranco discursivo, y el filme lo resiente en su conjunto; para ello se vale de un rescate al filo del desastre que le debe mucho en ritmo y sintaxis al clímax de “Supernova” (Hill, 2000) y la secuencia en el cubo de rubik multidimensional (el ‘cuarto de hotel’ simbólico de “2001”) que es ingeniosa pero anticlimática, pese al ‘suspense’ añadido de la comunicación en clave morse.
Al final, la cinta entrega buenas cuentas, pero el resultado no es espectacular, y tenía con qué serlo… ¡Filmar como en el espacio exterior! El Everest de todo cineasta, es casi el examen de doctorado obligado. El jurado, obvio: “2001”…
Ya sea desde una óptica meramente formal, el fastuosismo audiovisual (a lo De Palma en “Mission to Mars”), o desde el centro mismo de la reflexión filosófica (a lo Scott en “Alien”), o desde la poética visual de un discurso emocional (a lo Tarkovski en “Solaris”), todos aspiran a su pedazo de “2001” en el currículum… Y es comprensible que así sea, además.
Nolan, como era de esperarse, pasa el examen pero no es deslumbrante, no logra extasiarnos en ninguno de los registros referidos (y en el filosófico casi reprueba). Tal vez fue demasiado consciente de la prueba; si se hubiera relajado un poco, y atendido más el film… Tal vez.
El reparto, sobra decirlo, está soberbio con una notable excepción: el pétreo Matt Damon y su inescrutable rostro de maloso sereno… No se sabe otra ¿verdad?
“The Dark Knight rises” (2012)
The Dark Knight rises, la conclusión de la trilogía Batman de Nolan, es sólida y competente, sin duda, pero también algo repetitiva. La paulatina degradación de Gotham City y el deterioro físico y moral de sus héroes (Gordon y Batman, destacadamente) le dan al film un hálito de desesperada pesadumbre; un amargo colofón que anuncia el final mismo de la saga, y es algo macabro.
El depresivo tono, con el que en principio no me opongo, hace que la historia dependa demasiado del duelo entre el héroe y el villano. Y el villanazo Bane (con sus muchas referencias al ‘Qui-Gon Jinn maligno’ de la película predecesora) huele a refrito por todos los costados. Pese a sus innegables méritos, nunca logra superar el nivel de junior vengador (ni siquiera con la vuelta de tuerca ‘sorpresiva’ del epílogo).
Por lo demás, el maloso es realmente muy pero muy ‘maloso’ y sus fechorías escalofriantes (empezando por la del estadio de futbol). La producción, sobra decirlo, es espléndida.
He dejado en el tintero otras piezas; sería demasiado extenso seguir: Baste decir que “Memento” (2000) es para mi gusto la gran obra (todavía no superada) de Nolan… Su impresionante método de narración retroactiva es totalmente orgánico a una trama opresiva pero extasiante, y no un recurso externo, impostado como un mero alarde formal, como en la más conocida “Irreversible” (Noé, 2002).
¿Y qué decir de “Insomnia” (2002)? Ese bello remake de la densísima pieza homónima de Skjoldbjærg (1997), en la que Robin Williams deja la comedia y hasta sus clásicos héroes rotos para hacer un villanazo inolvidable. O inclusive el drama de época “The Prestige” (2006), áspero e inquietante duelo entre magos rivales (a ratos psicológico y en otros momentos fantástico). Ya habrá otras oportunidades de volver a Nolan.
Alberto Monroy / @iskramex
Citando a un clásico: “Estudió cómo cogen las ballenas en la Universidad del Congo; cumplirá 96 años el próximo verano”.