El quinto año de gobierno, suele ser el más adverso.
Apenas nos reponíamos de la visita de Donald Trump y Enrique Peña Nieto volvía a sorprender.
La mañana del miércoles, mientras leía “Cuarto Piso”, de Marissa Rivera, donde nos preguntaba si habría un quinto malo, hablando del quinto año de gobierno, pensé que el abismo en el que está atrapado México no tocaría fondo pronto. La renuncia de Luis Videgaray, identificado como el Hombre Fuerte de Peña Nieto, ratificó esos oscuros pensamientos.
Los cambios en el gabinete son señal de que el gobierno está peor de lo que pensamos.
¿Por qué permitir que tu hombre de confianza se vaya cuando viene lo más complejo y difícil del sexenio? Haber “operado” la visita de Trump no era un motivo para prescindir del consejero más cercano. No.
¿Qué sucede en el gobierno federal? Nos trataron de convencer de que la visita del candidato Republicano a Los Pinos serviría para tranquilizar a los mercados y mantener la estabilidad bilateral y el futuro de México, pero la primera acción después de recibir al petulante aspirante a la Casa Blanca -la de EU- es permitir la renuncia de Luis Videgaray.
Si fue una decisión de orden económico-financiero, quiere decir que las cosas se pondrán peor. Sin duda José Antonio Meade es un técnico responsable y capaz, pero la condición en la que hoy está el país es excepcional.
Lo que más me preocupa es la declaración del presidente Peña Nieto al salir de gira luego de anunciar los cambios en su gabinete: “Ya entenderán por qué tomé esas decisiones”. Sin duda el presidente Peña se siente incomprendido. Está seguro de que sus reformas son lo mejor para este país y que no valoramos lo que ha realizado en 4 años de gobierno. Pero mientras no existan resultados tangibles en la vida de cada mexicano, no entenderemos nunca si las decisiones del régimen peñanietista sirvieron de algo.
Marissa nos pregunta si había un quinto año de gobierno malo. Creo que todos los mexicanos, al menos los de mi generación, no tenemos recuerdos buenos de los quintos años de gobierno. El que estamos por vivir creo que será el peor.
Más violencia. Más muerte y sangre. Menos empleo y menos salarios. Más casos de corrupción y menos transparencia.
La emergencia nacional requiere de acciones contundentes para evitar que el país se desgarre, que se desmorone. No son cambios en el gabinete, son cambios al sistema político que ya caducó y un cambio al modelo económico que nos tiene en la peor de las pobrezas.
No lo quiero entender a futuro, lo quiero constatar hoy. Disculpe, presidente, pero ya no hay tiempo para darle la razón.
