Por. Saraí Aguilar
X: @saraiarriozola
El autoritarismo no distingue géneros. Eso nos ha dejado de lección la marcha del pasado 15 de noviembre a los mexicanos.
La semana pasada, tras la llamada marcha de la Generación Z, la embestida del poder se dejó venir. Desde días previos, cuando se lanzó la convocatoria en redes, el oficialismo se dedicó a cuestionar la legitimidad de la organización al insistir que era un movimiento construido de manera artificial mediante bots.
Durante el evento, el uso de la fuerza policial fue exacerbado. Han dado vuelta al mundo los videos donde elementos policiacos dan golpizas a los asistentes. Y como colofón, la embestida de los afines a la 4T contra los asistentes, desacreditándolos por su edad y poniendo en riesgo a convocantes jóvenes al exhibir incluso sus datos personales.
¿Es en serio, presidenta, que como mujer se haya prestado a esto?
Como mujeres conocemos de primera mano el edadismo, la discriminación por edad. Es lamentable que la presidenta nacional del partido en el gobierno haya centrado sus críticas a la marcha por la edad de los asistentes y que voceros de su movimiento se hayan burlado de la abuela del asesinado alcalde de Uruapan por acudir a la manifestación. ¿En verdad llegamos todas o solo las menores de 40?
En el caso de los jóvenes, ¿conoce la vulnerabilidad que corren actualmente en el país? De acuerdo con datos oficiales México cerró 2024 con 33 mil 550 homicidios, un incremento del 4 % respecto a los 32 mil 252 casos registrados en 2023, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). De estas muertes, 87.8 % correspondieron a hombres —alrededor de 29 mil 448 casos— y 11.1 % a mujeres.
La tasa nacional se ubicó en 25.8 homicidios por cada 100 mil habitantes, superior a la de 24.9 registrada un año antes. Pero, lo que es peor, adivine presidenta: el grupo de edad más afectado —de 25 a 34 años— concentró 29.3 % de las víctimas, tanto en hombres como en mujeres.
¿Esa cantidad de decesos son los que se demeritan y consideran como manipulación? ¿Acaso no es legítimo sentir enojo y rabia en un país donde ser joven es ya factor de riesgo?
¿En verdad se cree que la población no tiene derecho a sentir enojo, frustración? Como si las muertes y violencia no bastaran, un sector de salud público cada vez más deteriorado y una red de complicidad e impunidad ante políticos que representan el más rancio patriarcado son suficientes para poder mover a miles. ¿Es la primera vez que el país tiene crisis? No. Pero gracias a que los de antaño fallaron es que este gobierno llegó al poder. Prometieron un cambio pero solo han incrementado el deterioro social y económico.
Las calles no tienen edad ni dueño. Las urnas tampoco están escrituradas. Que no se olvide.