Por. Saraí Aguilar
X: @saraiarriozola
En Zacatecas, tres adolescentes usaron Inteligencia Artificial para alterar fotos de más de 400 alumnos y crear un catálogo sexual. Usando los rostros de sus compañeros, tanto hombres como mujeres, las manipularon para sexualizar imágenes de ellos que posteriormente difundieron en redes.
El tema ha desatado la indignación entre la población pues se ha señalado que el hecho fue denunciado antes las autoridades escolares, quienes lo minimizaron e incluso revictimizaron a las mujeres al culparlas por usar faldas cortas, así como ante las autoridades estatales, quienes –a decir de los padres de los menores de edad– también trataron de restarle importancia e incluso eliminar evidencias.
El debate sobre los alcances de la violencia digital se pone una vez más sobre la mesa, si bien la Ley Olimpia establece que cualquier acción de difusión, exposición o reproducción de imágenes, audios o videos de contenido íntimo sin el consentimiento de la persona afectada constituye un delito.
Esto incluye no solo la difusión de material explícitamente grabado sin autorización, sino también situaciones en las que se manipulan imágenes a través de tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA) para crear contenido falso.
No obstante si los feminicidios quedan en impunidad, conseguir justicia para lo digital aun es un reto en el país. Basta con recordar el caso de Diego “N”, estudiante del Instituto Politécnico Nacional (IPN) que alteraba con IA fotografías de mujeres. Este caso fue denunciado en 2023 por alumnas de la carrera de Mercadotecnia Digital por el delito contra la intimidad sexual. El hombre tenía en un dispositivo fotografías de mujeres, unas reales y otras alteradas, las cuales usaba para explotarlas y venderlas en grupos digitales.
De no ser por la presión de las estudiantes, el ahora exestudiante del IPN habría quedado absuelto, como lo hizo un juez en diciembre pasado.
Finalmente, se consiguió una condena de cinco años por el delito de trata de personas en su modalidad de pornografía infantil, volviéndose histórica ya que es la primera en su tipo relacionada a violencia digital.
Uno de los mayores problemas, más allá de lo legal, está relacionado con la percepción social respecto al metaverso. Solo se consideran delitos las acciones digitales que se relacionan con robos bancarios electrónicos o alteración de documentos, pero en general se siguen considerando como “no espacios” o “espacios no reales” o “virtuales”, por lo que se minimiza el impacto de estas acciones en las personas.
No obstante, se olvida que en la actualidad la frontera entre lo real y lo virtual se ha desdibujado. Es casi imposible distinguir hasta dónde la identidad de la persona está configurada en el llamado mundo real o en el metaverso. Las acciones que acontecen en ambos impactan, con el agravante que lo digital se vuelve omnisciente y parece anclar el evento en un bucle de repetición eterna.
La inteligencia puede ser artificial. Pero toda violencia, incluida la digital, es real.
TE PODRÍA INTERESAR
EL ARCÓN DE HIPATIA A la justicia contra el acoso no hemos llegado todas