Por. Andrea Ramírez Valdés
IG: @masha_y_sus_libros
Estamos a tan solo un par de días de que sea noche de brujas, por lo que se aproximan las fiestas de disfraces, las noches de películas de miedo y las fogatas con leyendas repletas de escalofríos. Si lo que realmente buscas es un terror que te acompañará hasta en los días más soleados, te invito a leer la novela Cadáver exquisito de Agustina Bazterrica.
No hay manera de no sentir miedo, estremecimientos y muchas ganas de devolver el estómago después de adentrarse al mundo apocalíptico que ilustra la autora a través de su narración. Porque lo más escalofriante de este libro no es lo adictivo que es, a pesar de ser tan explícito en su descripción, sino la crítica que dibuja de nuestra sociedad. ¿Quieres saber de qué va? Vamos a ello.
En un mundo que es golpeado por una pandemia letal, los animales son infectados por un misterioso virus. Su consumo se torna en una amenaza, la cual solo puede ser frenada mediante su exterminio, y así evitar la propagación de la enfermedad. Para abastecer el hueco que dejó su extinción en el mercado, los gobiernos optan por legalizar el canibalismo. Sí, ahora son los humanos los que son criados como ganado especial.
¿Ya sentiste los escalofríos?
La denominada “transición” desencadena una serie de normativas y protocolos para deshumanizar a las personas y reducirlas a meras mercancías. Las mercancías, como todo producto, no tiene ni opinión, ni voz, ni derechos. Solo sirven para satisfacer los deseos de un sistema voraz, que no está dispuesto a prescindir del consumo animal. Sea cual sea el origen o el costo.
El texto de Bazterrica genera la inquietud de repensar cómo nos relacionamos con la naturaleza y el resto de las especies que habitan el planeta. Nuestra interacción con ellas es violenta, sin consideración del daño que les ocasionamos, ni de las consecuencias que estos conllevan. Desconocemos, u optamos por ignorar, lo que hay detrás de la presentación de un jugoso bistec o el último grito de la moda en un bolso de piel.
La lectura confronta al lector con el detrás de escenas de la producción de las grandes industrias animales, incitando a la reflexión en torno a nuestros hábitos de consumo. Y no, la autora no busca adherir al lector a un régimen vegetariano ni de dejar de consumir todo lo que sea de origen animal.
Lo que hace es una crítica de hasta dónde es capaz de llegar el ser humano con tal de satisfacer las necesidades del ser humano, y por tanto, la sociedad, con tal de satisfacer las necesidades que consideramos propias de la vida moderna. De continuar con la destrucción de nuestros ecosistemas podríamos vernos en un futuro no muy distinto al que dibuja la novela.
Sin embargo, hay otro aspecto a destacar en la novela de Bazterrica: el uso político del lenguaje para acotar la realidad a la narrativa de los intereses del Estado. La “transición” del ganado animal al humano no habría sido posible sin una normatividad que dicta cómo manejarse ante la nueva normalidad.
Por tanto, el manejo del lenguaje es el verdadero protagonista del libro, ya que la autora emplea frases que te dejarán helado. La censura es uno de los ingredientes estrella. Con ella se delimita cómo referirse a los humanos que dejaron de serlo, e interactuar con ellos como lo que son: objetos.
La sustitución de unas palabras por otras moldea la percepción de la realidad con la finalidad de normalizar lo que debería ser concebido como atroz. Cada página que pasaba no podía evitar sentir que mi estómago se comprimía, sintiendo un cúmulo de emociones agonizantes.
Inevitable no volverse loco ante la imposibilidad de nombrar lo que se ve, pero se sabe que no debe ser llamado de una u otra forma. Porque ello conllevaría a admitir que las medidas adoptadas son una atrocidad, propia de gente cínica, sin razón ni corazón.
En una entrevista, Bazterrica cita la siguiente frase de Goebbels, que resume el papel que juega el lenguaje tanto en su novela como en la realidad: “Nosotros no queremos convencer a la gente de nuestras ideas, nosotros queremos reducir el vocabulario de manera que no puedan expresar otras ideas que las nuestras”.
Un libro que sin duda es para los valientes y los que buscan pasar un buen rato de terror agonizante. Si en verdad eres amante de la carne, lo mejor es proceder con precaución, y guardar los tacos para cuando termines la lectura. Créeme cuando te digo que pueden esperar. Lo que no podrán esperar son los escalofríos y las imágenes crudas que te llevarán a un diálogo sobre cuál rol como consumidor juegas dentro de la sociedad. ¿Te apetece leerla?
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