La salud vaginal es fundamental porque influye en el bienestar general de la mujer, en su calidad de vida y en su capacidad reproductiva. Involucra aspectos como la salud sexual y reproductiva, la protección contra infecciones, el bienestar físico y emocional y, en general, la salud integral.
¿Qué es exactamente la salud vaginal?
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud vaginal es un componente esencial que abarca el bienestar físico, psicológico y social de las mujeres.
En entrevista para UNAM Global, Irma Araceli Aburto López, coordinadora del área de Ciencia de la Salud Pública y profesora de Epidemiología y Salud Pública, explicó que esta dimensión de la salud está relacionada con la sexualidad, las identidades, las cuestiones de género, el erotismo, el placer y la intimidad.
“La salud vaginal también se expresa a través de pensamientos, fantasías, creencias, actitudes y valores. Todos son producto de la sociedad y están ligados a varios tabúes”, destacó Aburto López.
Por ejemplo, aunque la vagina es un órgano interno, está conectada con estructuras externas como la vulva. En palabras de la especialista, la higiene adecuada implica conocer la propia anatomía:
“Si una mujer no es capaz de separar los labios vaginales para limpiar alrededor del clítoris y de la vulva, puede afectar su salud vaginal.”
En este sentido, la académica se refiere a la importancia de identificar correctamente la zona vulvar y mantener una limpieza externa suave, sin alterar la microbiota natural.
¿Qué hábitos ayudan a mantener la salud vaginal?
La vagina tiene la capacidad de limpiarse sola a través de su flora bacteriana normal, ya que mantiene un pH ácido entre 3.8 y 5. Este ambiente favorece la presencia de bacterias benéficas que protegen contra infecciones.
“La vagina no necesita ser lavada, lo recomendable es únicamente higienizar la vulva y el clítoris con jabón neutro, para no eliminar la flora protectora”, explicó la académica.
Recomendaciones principales:
• No lavar la vagina internamente, ya que se elimina la microbiota natural.
• Lavar la vulva y el clítoris con jabón neutro, no irritante.
• Limpiar de adelante hacia atrás para evitar arrastrar bacterias fecales.
• Cambiar la toalla sanitaria con frecuencia, idealmente cada tres o cuatro horas durante la menstruación.
• Usar ropa interior de algodón, evitando materiales sintéticos que favorecen la humedad.
• No usar ropa muy ajustada, pues favorece la vulvovaginitis.
Señales de una infección vaginal
La secreción normal debe ser transparente, con textura similar a la clara de huevo, sin mal olor. Es completamente normal que aparezca en algunos periodos del ciclo menstrual o después de la menopausia.
En cambio, cuando la secreción cambia de color, consistencia o presenta mal olor, puede ser señal de infección. Estas alteraciones pueden deberse al uso prolongado de antibióticos, al tipo de ropa, a la menopausia o a una higiene inadecuada.
“Así como se acude al dentista, también es necesario visitar al ginecólogo o médico general una vez al año para prevenir procesos infecciosos”, aconsejó Aburto.
Factores de riesgo para infecciones
• Relaciones sexuales muy frecuentes o con fricción intensa pueden provocar irritación y descamación vaginal.
• La diabetes no controlada genera inmunosupresión y debilita las defensas naturales.
• La diarrea o una mala higiene al cambiar la ropa interior pueden facilitar infecciones.
• En las bebés, el cambio tardío de pañales aumenta el riesgo de infecciones vaginales.
Infecciones vaginales más comunes
• Candidiasis: causada por el hongo Candida albicans, genera secreción blanca y grumosa, similar al requesón.
• Gardnerella vaginalis y Trichomonas vaginalis: infecciones frecuentes que alteran el flujo y provocan mal olor.
• Algunos anticonceptivos hormonales pueden modificar el epitelio vaginal y el pH, lo que en ciertos casos favorece la aparición de infecciones.
Recomendaciones finales
• Acudir regularmente al ginecólogo o médico general.
• Practicar ejercicios de contracción y relajación del suelo pélvico para fortalecer la musculatura y mejorar la función sexual y urinaria.
• Usar preservativo en cada relación sexual para prevenir infecciones de transmisión sexual.
• Vacunarse contra el virus del papiloma humano (VPH).
• Mantener buenos hábitos alimenticios que favorezcan la salud de los tejidos y fortalezcan el sistema inmune.
“Mantener la higiene adecuada, usar preservativo y tener buenos hábitos alimenticios para favorecer la producción de colágeno, proteínas y mantener el sistema inmune. Es decir, llevar una vida sana”, concluyó la investigadora universitaria.