COLUMNA INVITADA: Realidades de dardos feminicidas - Mujer es Más -

COLUMNA INVITADA: Realidades de dardos feminicidas

Por. María del Socorro Pensado Casanova

X: @mariaaspc

 

Cincuenta y un mil cien mujeres, adolescentes y niñas fueron víctimas de feminicidio o femicidio, de acuerdo con la última cifra global que Naciones Unidas aportó en 2024 respecto del año 2023. Si bien, la violencia feminicida ha dejado de ser un término desconocido, en la procuración de justicia aún suelen presentarse confusiones sobre los elementos constitutivos de esta forma extrema de violencia contra las mujeres, ya que muchos feminicidios siguen siendo calificados como homicidios cuando carecen de una exhaustiva y debida investigación y sanción, lo que da como resultado la impunidad.

La discriminación, la violencia, el odio, la misoginia y los crímenes de mujeres no conocen fronteras, quizá ese es el mayor principio que tendríamos que asegurar para prevenir y erradicar los feminicidios desde su raíz social. ¿Cómo saber si una mujer fue asesinada por razón de su género? 

Existen elementos específicos que dan respuesta a esta cuestión, como lo son aquellos señalados en el artículo 325 del Código Penal Federal de la República Mexicana, que establece que comete el delito de feminicidio aquella persona que “prive de la vida a una mujer por razones de género”. Entre las circunstancias que se deben presentar para confirmar las razones de género se encuentran la presencia de signos de violencia sexual, las lesiones anteriores o posteriores al crimen, los antecedentes de violencia en cualquier ámbito en contra de la víctima, el parentesco o las relaciones entre la víctima y la persona agresora, las amenazas, el impedimento de la comunicación de la víctima previo a su feminicidio, y la exposición y exhibición en un lugar público de su cuerpo. 

No obstante, verificar estos elementos en la vida real no es sencillo, porque se requiere de personas capacitadas para hacerlo y con competencia y facultades para reconocerlo en el ámbito legal. Para analizar con una perspectiva de género, la práctica es necesaria, así como también está el requisito de cometer errores para aprender de ellos. 

¿Vamos experimentando en el camino? Sí, ¿Ánimo y esfuerzo? Los hay, pero no encontramos salida. ¿Hasta cuándo lograremos justicia? Esa pregunta no solamente se la hacen las madres buscadoras o aquellas de todas las mujeres víctimas de feminicidio. 

Cada error para la prevención y la eliminación de la violencia feminicida nos cuesta otra vida, hay que recordar que no son números, fueron personas con vidas que les fueron arrebatadas, y hoy, nosotras, somos personas expuestas a que en cualquier momento nuestro camino y destino se esfumen por ser posibles víctimas de feminicidios.

Los feminicidios no solamente son cometidos por los asesinos seriales que conocemos en los libros, o como resultado del crimen organizado. Las personas feminicidas son de carne y hueso, y llevan consigo múltiples razones cuando cometen este delito, como, por ejemplo, una carga y experiencia del ejercicio de violencia física, psicológica, emocional y estructural, por el lugar en el que se formaron, sin dejar atrás que se presenta en cualquier modalidad, familiar, laboral, y en nuestros días digital.

Las políticas públicas y los programas de prevención de la violencia feminicida, las alertas de violencia de género y contra las mujeres, las campañas que buscan eliminar todo tipo de violencia en los distintos entornos son fundamentales, y ayudan, aunque no veamos el cambio instantáneo que queremos. 

No sería honesta en aseverar que nuestras generaciones serán testigos y capaces de eliminar un fenómeno como el feminicidio que inició desde la persecución y cacería de brujas, hace cientos de años, pero hacia allá vamos y ya no hay vuelta atrás. De lo que sí estoy segura es que cada esfuerzo tiene su resultado, y que cada vez que nombramos las muertes violentas de mujeres por razón de género, como lo que son, feminicidios, provocamos un eco en la sociedad que sigue perpetuando la violencia, y así, prevenimos y alertamos a quienes la ejecutan, la promueven y la mantienen.

Los casos de feminicidios que se vuelven mediáticos y que tanto resuenan por todas partes, con fines políticos, sociales, económicos, culturales, llevan arrastrando muchos otros casos por detrás, de los que ni siquiera se conocen los nombres de las víctimas. No hay competencia, hay conciencia de que no solamente ha sido una, sino miles, y de que las omisiones gubernamentales deben ser reparadas y las faltas que nos tocan a nosotros como sociedad cómplice de violencia también.

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