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RETROVISOR  Acordeones: el elefante en la sala del INE

Por. Ivonne Melgar

X@ivonnemelgar

 

Este 15 de junio se validó la elección judicial en el Consejo General del INE. Pero en el debate no salió ilesa la distribución de los acordeones. La defensa fue raquítica y pobre.

Frente a los señalamientos de quienes saben que esa fue una violación a la equidad de la contienda: Arturo Castillo, Martín Faz, Dania Ravel, Jaime Rivera y Claudia Zavala, sonó el deliberado silencio de los que no hablaron del tema o lo minimizaron: Norma de la Cruz, Rita Bell López, Jorge Montaño, Uuc-Kib Espadas y Guadalupe Taddei. En medio quedó una especie de lavada de manos de Carla Humphrey indicando que revisar esa anomalía era tarea de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

Lo expuesto este domingo es materia de las impugnaciones presentadas después ante el INE, el TEPJF y la Suprema Corte de Justicia (SCJN) por PRI y PAN, Poder Ciudadano, Laboratorio Electoral y Defensorxs.

Veamos algunas de las reflexiones de esa sesión en la que podríamos haber enterrado al árbitro electoral que tenía la responsabilidad, por mandato constitucional, de frenar los abusos del poder.

Arturo Castillo: “Quiero referirme al elefante en la sala del que nadie quiere hablar: los llamados acordeones. Se trata de posible propaganda ilícita pagada con recursos prohibidos. Constan denuncias por la distribución de por lo menos 37 modelos distintos de acordeones presuntamente distribuidos en 15 entidades.

“En los cargos nacionales, las candidaturas ganadoras estaban incluidas en promedio en el 80 % de los acordeones y en los cargos de las salas regionales la coincidencia es del 85 % en promedio; esto constituye un indicio de que, a pesar de las diferencias entre los distintos acordeones, se trató de una estrategia propagandística dirigida intencionalmente a beneficiar a las mismas candidaturas”.

Guadalupe Taddei no habló del tema en su posicionamiento.

Norma de la Cruz nada comentó.

Jorge Montaño: “Una persona podría organizar su guía de votación luego de un proceso de revisión de las candidaturas y la reflexión sobre el sentido de su voto. Es claro que lo que no se podía era inducir al voto. Seremos firmes en sancionar esta conducta en los casos que así lo amerite”.

Uuc-kib Espadas tampoco incluyó el punto en su balance.

Carla Humphrey: “Falta aún la fiscalización donde también estaremos revisando de dónde salen los recursos con los que se sufragan y se difunden estos llamados acordeones”.

Martín Faz: “Si bien detecté mil 56 actas de diversas elecciones donde se reportaron actividades de uso ilegal y/o reparto de propaganda en forma de acordeones, sólo se acreditaron para los efectos de este dictamen 78 casos, donde no se emprendieron acciones para mitigar actos el día de la jornada. Desde mi perspectiva se debieron de tomar todos los casos debido al impacto e incidencia en la equidad de la contienda que tuvo la distribución de los acordeones”.

Claudia Zavala: “La estrategia de difusión y distribución de acordeones, que necesariamente requirió a uno o varios esquemas de planeación, recursos, organización, logística y, sobre todo, de coordinación de actividades, me lleva a la conclusión de que por lo menos estas acciones rompieron con principios básicos de las elecciones, me refiero a la autenticidad del proceso electoral, a la equidad, a la certeza”.

Jaime Rivera: “Es imposible medir la cantidad y el costo de esa propaganda porque al ser ilegal se ha tratado de mantener oculta la información asociada a ella, pero es inocultable que esa propaganda ilegal se desplegó por casi todo el país por medio de millones, de millares de personas a sueldo y que estas estuvieron actuando durante la jornada electoral en las inmediaciones de muchas casillas para inducir la votación. Si se temía que la participación fuera baja, desde el poder se trató de elevarla por todos los medios”.

Dania Ravel: “El 23 de mayo, unos días antes de la jornada electoral, se anunció una novedosa forma de fraude electoral, la distribución de los denominados acordeones (…) El hecho es gravísimo porque constituye una amenaza directa a la libertad y autenticidad del voto”

Rita Bell López: cero alusiones.

En una siguiente y última ronda, Espadas refutó: “La ilegalidad de los acordeones no acredita, y los resultados electorales así lo demuestran, que estos acordeones hayan sido determinantes para definir el candidato, en este caso los candidatos ganadores”.

En contraste al ninguneo, Faz dio datos: “En el 61.74 % de las casillas obtuvieron la mayoría de votos entre 6 y 9 candidaturas de dicho acordeón, con lo que se consumó una operación que tira por la borda décadas de lucha ciudadana por la autenticidad del voto”.

Rivera lo secundó: “Si las anomalías e irregularidades de esta elección no se condenan ahora, las elecciones futuras estarán destinadas a repetirlas”.

Y Zavala increpó: “¿Se vale violar la ley, defraudar la voluntad ciudadana, sin que haya una consecuencia en el Estado de Derecho? No”.

Sin darle al elefante en la sala ni siquiera un cacahuate de atención, Taddei pretendió torcer las críticas de sus compañeros quejándose de que “manchaban” el trabajo del INE.

Y concluyó la presidenta: “Aceptémoslo, colegas, tuvimos un proceso electoral excelente. El INE cumplió y cumplió bien. El proceso electoral fue íntegro de principio a fin con todo y los embates externos e internos”

Pese a la indiferencia, los acordeones ya hicieron historia porque, gracias a su reparto, el oficialismo pudo inducir el voto en favor de los 9 futuros ministros de la Suprema Corte (SCJN), los 5 magistrados del Tribunal de Disciplina y los 2 que faltaban en la Sala Superior del Tribunal Electoral, entre muchos otros.

¿Se convertirán en parte de nuestra normalidad democrática?

No es una pregunta que aplique para la Sala Superior del TEPJF, a cargo de la calificación que viene y donde la mayoría de los magistrados (3 de 5) hará suyos los argumentos de la presidenta Taddei.

Pero vale la duda de si terminaremos trivializando el uso de los acordeones, con una reforma electoral o la costumbre, o aún queda decencia democrática en México.

 

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