EL ARCÓN DE HIPATIA Valeria Márquez: lo que la sociedad no quiere ver - Mujer es Más -

EL ARCÓN DE HIPATIA Valeria Márquez: lo que la sociedad no quiere ver

Por. Saraí Aguilar

@saraiarriozola

 

Ya pasaron varios días de que la creadora de contenido Valeria Márquez fuera asesinada durante una transmisión en vivo en TikTok y el caso ha dado lugar a varias líneas de investigación y a discusiones estériles en redes.

Pero, al margen de la vida personal de la víctima o lo que resulte de la investigación, lo que se pone hoy sobre la mesa es la idealización de un modelo de vida y de belleza que suele estar asociada al poder económico que representa el crimen organizado. Un imaginario que se ha visto socializado y normalizado desde redes sociales, series y canciones.

Desde tiempo atrás fueron pioneras en este modelo las llamadas narcoseries, en las que invariablemente se presentaba al protagonista como un capo o alto mando rodeado de lujo y control absoluto de manera atractiva, varonil y sabiendo aderezar su dureza, con el toque romántico hacia su pareja.

Una secuela de este “glamour” es la dinámica actual de las redes sociales en las que influencers replican el estereotipo idealizado del “buchón”: cuerpos atractivos, atuendos, música, propiedades y un mundo de lujos desmedidos a los que difícilmente se accede por medio de un trabajo legal.

Abundan los tutoriales en TikTok de “cómo conseguir a tu bandido”, “cómo ser una buchona de verdad”, “cómo distinguir a los alucines de un buchón de verdad”, etcétera. Así, dentro de esta narrativa tremendamente sexista, se reduce a las mujeres a la cosificación y se les expone como mercancía, mientras que a los hombres jóvenes se les dicta que sólo con dinero, poder e impunidad pueden aspirar a tener a su lado una mujer con esa estética idealizada.

La realidad fuera del metaverso tiene finales diferentes. Cada día la tasa de hombres y mujeres jóvenes que pierden la vida o desaparecen en manos del crimen organizado aumenta. Si bien sería estigmatizar y criminalizar a todas las víctimas al generalizar, no podemos tapar el sol con un dedo al aceptar que un porcentaje sí tenia algún nexo con este sector, por voluntad propia.

Y esto no es culparlos a ellos de su tragedia, pero sí implica que todos seamos conscientes de que nadie merece morir así, pero todos somos responsable de nuestras decisiones. Y esa responsabilidad también incluye a una sociedad que con su aval (o en el mejor de los casos, su indiferencia) no actúa frente al predominio de esta cultura. Y, por supuesto, también tiene una responsabilidad un gobierno más ocupado en repartir dádivas que en revertir la descomposición social que supone el predominio de estas aspiraciones juveniles. Las de aquellos que optan por vidas llenas de lujos pero finales muy tristes.

Esa es la parte del storytime que TikTok no alcanza a contar.

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