Por. Fernando Coca
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El PT y MORENA están peleados. Dicen que las relaciones entre los partidos en el Congreso están en el peor nivel que pueda pensarse, pero creo que no será por mucho tiempo.
¿Qué es el PT? Hagamos un repaso por su historia.
Desde diciembre de 1990 el Partido del Trabajo ha estado presente en la vida política de México.
No ha sido un partido que tenga preferencias electorales altas, más bien es un partido que, a lo largo de su historia, ha tenido que coaligarse con otros institutos políticos para sobrevivir.
Su primera experiencia electoral fue desastrosa al no conseguir el 1.5 por ciento de la votación en 1991.
Su candidata a la presidencia en 1994, Cecilia Soto, obtuvo casi un millón de votos y, tres años después, en las elecciones intermedias del sexenio de Ernesto Zedillo tuvieron un senador y varios diputados federales.
El PT se unió al Partido de la Revolución Democrática para las elecciones del año 2000. Apoyaron las candidaturas de Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano a la presidencia de la República y con Andrés Manuel López Obrador para la jefatura de Gobierno del Distrito Federal.
En el 2015, el PT perdió el registro nacional. Por segunda ocasión en su historia el Partido del Trabajo se quedaba sin registro. Sin embargo, una maniobra política desde la Secretaría de Gobernación a cargo de Miguel Ángel Osorio Chong permitió que lograran mantener el registro. El INE ya le había retirado su registro y en el Tribunal Electoral se impugnaba la resolución del órgano garante de la legalidad de las elecciones.
Casó, por arte de magia, la elección del Distrito I de Aguascalientes que fue anulada, y entonces el PRD y Movimiento Ciudadano determinaron apoyar al PT para que obtuviera los votos suficientes y mantener el registro. Así, con el apoyo del gobierno de Enrique Peña Nieto, del PRD y MC, los petistas seguirían obteniendo prerrogativas.
En 2017 tuvieron el primer encontronazo con MORENA. En el Estado de México se disputaba la gubernatura.
Se habían registrado cinco candidatos: Alfredo del Mazo Maza por el PRI, Delfina Gómez Álvarez por MORENA, Juan Zepeda por el PRD, Josefina Vázquez Mota por el PAN y Óscar González Yáñez por el PT.
El entonces presidente de MORENA, Andrés Manuel López Obrador, pedía comedidamente al candidato petista que declinara para apoyar a la maestra Delfina. La estrategia del PT era forzar a MORENA a que le otorgara más espacios en la elección federal que tendría lugar en 2018.
A sólo cuatro días del cierre de las campañas, Óscar González anunció que declinaba por Delfina Gómez. El cambio de postura se dio cuando López Obrador advirtió que, si el PT no declinaba, no tendría cabida en la coalición que lo llevaría como candidato a la presidencia de México en el 2018. La soberbia del candidato petista se desvaneció por completo y la dirigencia nacional del PT le dio el respaldo, tardío a la maestra Delfina.
Al final, el PT tuvo 65 mil votos, muy por debajo de la candidata independiente Teresa Castell que se llevó 130 mil sufragios.
Hoy, el PT se distanció de MORENA desde que diferenció su voto en el proceso para desaforar al diputado Cuauhtémoc Banco.
Desde entonces, petistas y morenistas están separados, a punto del divorcio político.
El coordinador de los petistas Reginaldo Sandoval acusa a los morenistas en los estados de sentirse invencibles y ser dueños de las entidades. Asegura que la relación con MORENA no está fría, sino congelada.
La indignación del PT y cada uno de sus legisladores se va a acabar cuando sientan no el frío que dicen le ha manifestado MORENA, sino cuando el calor del desprecio de los morenistas le llegue a la hora de decidir las candidaturas en el 2026 y las del 2027.
Va a suceder lo mismo que en 2017, cundo AMLO los advirtió que no contaran con él para hacer alianza electoral. Sólo así el PT y su candidato le bajaron a la soberbia.
Ya no tienen a Osorio Chong para salvarlos de perder el registro ni al PRD ni a MC para cederles sus votos.
Así que, el PT, como en toda su vida política de 35 años, tendrá que guardarse la altanería y acercarse de nuevo a un partido más grande para sobrevivir.
No pasará mucho tiempo para verlo.