Por. Adriana Luna
X: @adrianalunacruz
Los narcocorridos escandalizan a varias personas, los cantantes y compositores los defienden aseverando que es parte de la cultura popular. En múltiples ocasiones se ha intentado prohibir su transmisión en los medios de comunicación, además de limitar espectáculos masivos, pero el público los sigue pidiendo y cantando.
La ovación que recibió la imagen de Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, uno de los narcotraficantes más buscados en México y Estados Unidos, refleja ese Jalisco de la simulación. Cuando todavía supura la herida y no se calma el dolor social generalizado por los crueles hallazgos en el Rancho Izaguirre, ubicado en Teuchitlán, Jalisco, Los Alegres del Barranco proyectaron en la enorme pantalla, durante la canción El del Palenque, las imágenes del líder delincuencial, algunos se rasgaron las vestiduras cuando el público ¡lo ovacionó!
Hace unas administraciones, cuando el priista Jorge Aristóteles Sandoval gobernaba la entidad y Pablo Lemus Navarro era el alcalde de Zapopan, fue un escándalo aquel video de la canción Fuiste mía, del cantante Gerardo Ortiz, que hacía apología del delito al encajuelar el cadáver de la mujer que le había sido infiel.
Entonces, se prohibieron todas las presentaciones del artista grupero y hasta fue considerado por la Fiscalía General de Jalisco como “persona non grata”. En aquellos tiempos, la entidad se jactaba de proteger a las mujeres para frenar el alto índice de feminicidios.
En aquel entonces (2016) Ricardo Villanueva iniciaba su período como rector universitario, el escenario era el Auditorio Telmex y Pablo Lemus era el presidente municipal de Zapopan. Todos enarbolaron la bandera contra las violencias: “En momentos donde la violencia en el país lacera todos los días a la sociedad, es de vital importancia que las instituciones públicas y todos los niveles de gobierno unamos esfuerzos con la sociedad civil para arrancar de raíz la posibilidad de que se normalice la violencia en nuestra cultura en cualquiera de sus formas”.
Sin embargo, han transcurrido los años y ahora ese mismo video, hoy se transmite por televisión abierta y se repite vez tras vez en algunos bares y discotecas. En contraste, Aristóteles Sandoval está muerto, sus victimarios continúan en libertad y ni siquiera se prevé un pronto esclarecimiento de la ejecución del político en Puerto Vallarta.
Sólo pasaron seis años y en Zapopan, de nuevo en un espectáculo masivo, en el mismo escenario, resurge la polémica. O sea, en Jalisco nada cambia, todo sigue igual.
Aunque hoy lo único de la escena que es diferente, es que el gobernador es Pablo Lemus. Y ante este nuevo escándalo en el Auditorio Telmex -perteneciente al grupo de empresas administradas por la Universidad de Guadalajara -, él asegura que es viable prohibir los narcocorridos y sancionar la apología del delito. Por lo pronto, el Ayuntamiento de Zapopan ya multó al auditorio por no haber revisado previamente el contenido que se exhibiría durante el espectáculo musical.
Por su parte, la Universidad de Guadalajara y el Auditorio Telmex dicen haber aprendido la lección y agregarán una cláusula en futuros contratos para espectáculos masivos, estará estrictamente prohibido incentivar la violencia o hacer apología del delito.
Gerardo Ortiz y Los Alegres del Barranco con música hacen exactamente lo mismo, con narcocorridos homenajean a líderes del crimen organizado, que por cierto, siguen siendo también los mismos, y escandalizan a los políticos que irónicamente también son los mismos. El público por un lado ovaciona a los narcotraficantes y canta los corridos, pero por otro, se duele de las tragedias generadas por ellos en los ranchos del terror. Así pasa en este Jalisco de la simulación.