LA ABADÍA DE ELOÍSA: De lo Sagrado e incuestionable… - Mujer es Más -

LA ABADÍA DE ELOÍSA: De lo Sagrado e incuestionable…

Por. Paloma Cuevas

@PalomaCuevasR

 

Hay relaciones humanas que son incuestionables, irrenunciables, sagradas pues, una de ellas es la de una madre con sus hijos.

Las madres desde el momento en que decidimos serlo, – el hecho de estar embarazadas, no es sentencia condenatoria. Son el amor, la oportunidad y la capacidad de maternar lo que en realidad debiera, en mi opinión, tomar la decisión, – sabemos que, al decidir dar vida, estamos aventurándonos a iniciar un viaje que no termina ni con nuestra muerte, nuestros hijos se convierten no solo en una responsabilidad, sino en una vocación, al precio que sea.

Solamente en un mundo construido estructuralmente desde el andamiaje patriarcal, nutrido desde el abuso que permitimos diariamente como parte de la normalización de las violencias estructurales, institucionales, económicas y sin dudar, como resultado de las interseccionalidades y precarizado con la bandera del capitalismo brutal que primero nos vulnera y luego hipócritamente nos “ayuda” después de habernos convertido en “grupos vulnerables”, solamente ahí es posible que se nos utilice a las mujeres como proveedoras de los recursos humanos que engrosarán las industrias e instituciones con mano de obra barata, a las plataformas de transporte con chóferes ilustrados y al mundo de jóvenes que estudian, pero que no encontrarán los trabajos para convertir sus “sueños en realidad”, solo ahí puede ser pensable que lastimar a las madres sea una opción, atentando de este modo, contra la sociedad en general.

Es solamente en ese mundo donde hay espacio para patear, destrozar e ignorar a las madres que somos mano de obra, fuerza de trabajo y proveedoras de más mano de obra y de trabajo que la violencia vicaria es pensable y posible.

Es solamente en un mundito tan enfermo donde nuestras propias familias se atreven a destrozarnos y cuestionar esa relación entre madres e hijos, generalmente desde el desconocimiento de lo que muchas mujeres y madres en el mundo “tenemos que soportar”, para poder asegurar el “desarrollo integral” de nuestros hijos, o su paupérrima sobrevivencia.

Desde acoso sexual, laboral, social, hasta sueldos indignos, maltratos, abusos, y un larguísimo etcétera donde las que lo hemos vivido, podemos acomodar toda una sarta de ignominias.

  • ¿Conocen acaso el precio de atentar en contra del interés superior de las infancias?
  • ¿Alguna vez se han detenido para saber el daño que se le infringe a un niño que es arrebatado del abrigo y amor maternos?
  • ¿Saben cuál es el resquebrajamiento que el cerebro y la salud mental de un infante sufren al no comprender porqué mamá no llega más?

Evidentemente NO.

Hay quienes no lo saben, pero en el mes de junio de 2011, mi hijo menor fue arrebatado de mis brazos, por su padre, sin aviso alguno.

Llegar a casa, encontrarla desierta.

Buscarlos, sin respuesta.

Abrir el clóset y no encontrar su ropita, su juguete favorito, ni sus pertenencias.

Asistir entonces  a las instancias correspondientes para denunciar.

¿La respuesta? –“No hay delito que perseguir, “señito”, si es el papá del niño, no existe razón para denunciar. Pónganse de acuerdo, no le digo.”

Han sido los dos días más negros y terribles de mi vida. Pensar en no volver a ver la carita de mi hijo, quien hoy tiene 14 años, ha sido el peor momento de mi vida. Llanto, dolor, falta de respuestas.

Agonía es la palabra.

Gracias a Dios, tenía una red de apoyo y una familia capaz de hacer lo que sea por mí. Está de más decir que sin ellos no lo hubiera logrado jamás.

Estaba devastada.

Mi hijo está conmigo hoy.

Sabe que lo amo.

Yo nunca sabré si esos dos días marcaron su vida futura del algún modo.

Es por él, por mi hijo y por todos los niños del mundo, que hoy decido no quedarme callada.

Creen que los niños no recuerdan, pero el precio del trauma puede ser inmenso.

Nos quejamos de las juventudes incapaces de responsabilizarse, de asumir compromisos, de SER en toda la extensión de la EXISTENCIA.  

¿Acaso nos hemos preguntado si nuestro ir y venir, nuestra falta de estructura, nuestra incapacidad de amarlos incondicionalmente y de proveerles de entornos seguros, tiene algo que ver?

Michelle Gaytán es una gestora cultural que habita el espacio físico del Estado de México. Durante cinco días sostuvo una huelga de hambre al exterior del Palacio Municipal de Metepec, y hoy continúa con un campamento improvisado, desde la vulnerabilidad de una tienda de campaña.

Realiza una protesta, con su cuerpo – lo único que tiene, –  como instrumento, ya que desde el mes de noviembre de 2024 le fue arrebatado su pequeño hijo Emilio, por situaciones que aparentemente pueden parecer de índole familiar y donde quedan de manifiesto las irregularidades y riesgos ante las cuales las madres nos vemos indefensas.

El día 19 de enero levantó la huelga de hambre a petición de amigos y personas que le respaldan. La violencia de la que ella y Emilio están siendo objeto requiere la atención de las autoridades competentes, así como de la investigación a fondo y el respaldo comunitario.

Prejuzgar, satanizar y revictimizar no deben ser la norma.

Deseo que pronto, tanto Michelle como Emilio, puedan volver a estar juntos, abrazarse y creer como hacemos los idealistas que hay un futuro.

Deseo que la vida los acompañe para poder recuperar su vínculo de amor, ese que al romperse seguramente tendrá repercusiones en la humanidad.

Es a la comunidad a la que le corresponde hoy acompañar su caso, no dejarla sola y no ser indiferentes. La dignidad de la maternidad no debería ser juzgada cuando realmente se desea ejercerla.

Lo sagrado se acaricia, no se violenta.

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