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RIZANDO EL RIZO: “¿La razón narcisista?”

Por. Boris Berenzon Gorn  

 

El gran Paco Ibáñez (Valencia, 1934), cantautor español, popularizó el poema Aristóteles lo dijo del Arcipreste de Hita, alias Juan Ruiz (1283-1350), escritor castellano del siglo XIII. Algunos de sus críticos calificaban la vida del Arcipreste como una “vida libertina”, pues este apostó por los placeres terrenales y la salvación del alma en un mismo ejercicio. Como todos, o casi todos, ¡al grito de fuera máscaras! 

El Arcipreste de Hita, en su Libro del buen amor, una de las obras más analizadas de la literatura medieval española, incluye en uno de los pasajes más célebres de su obra la siguiente reflexión: “Aristóteles dijo, y es cosa verdadera, que el hombre por dos cosas trabaja: la primera, por el sustento, y la segunda, por conseguir unión con hembra placentera”. Sintomáticamente se ha acuñado el concepto del “Complejo de Aristóteles”, un término que, aunque no es formalmente reconocido en la psiquiatría o la psicología, se utiliza para describir a aquellas personas que siempre consideran tener la razón. Este complejo se distingue del complejo de superioridad, ya que, mientras este último está más vinculado a las emociones y a la imagen personal, el complejo de Aristóteles tiene un carácter más intelectual. La cultura a veces además de hacernos infelices también nos hace intolerantes. En la fuente de la soberbia todos se quieren bañar.

La concepción aristotélica del individuo subraya que la existencia humana solo cobra sentido dentro de un contexto social y comunitario, en el que el individuo busca su fin último. Aristóteles ofrece una visión del individuo que se define tanto por su autonomía como por su interdependencia, en la que la razón y la virtud juegan un papel central para alcanzar el bien común. Sigmund Freud introduce una perspectiva radicalmente distinta sobre el individuo al centrarse en los aspectos psíquicos y sus conflictos internos. Freud conceptualiza al ser humano como un individuo que no es completamente consciente de sí mismo, pues está marcado por procesos inconscientes que influyen en su comportamiento y emociones.  

Para Freud el narcisismo no es solo un amor desmesurado por uno mismo, sino una manifestación de las tensiones psíquicas internas que afectan profundamente la vida social y las relaciones humanas. Un ejemplo social contemporáneo son los hijos de madres con trastornos de personalidad narcisista que crece en nuestra sociedad. Y a los que podríamos preguntar por el impacto en sus vidas y de manera más social porque se gesta este narcisismo continuo y creciente y hasta gustoso para algunas y algunos.

Miguel Candel, en su obra Ser y no ser. Crítica de la razón narcisista, se enfrenta al legado de Freud y Aristóteles desde una perspectiva filosófica contemporánea. Para Candel, el narcisismo no es únicamente un fenómeno psíquico aislado, sino un rasgo estructural de la cultura occidental moderna. Siguiendo la línea aristotélica, Candel entiende al individuo como un ser que, aunque tiene una existencia autónoma, está profundamente marcado por su relación con los demás y con lo ideal. Un mundo aislado y autosuficiente, cuyas obsesiones y deseos no solo reflejan un vacío existencial, como una respuesta a la fragmentación de las relaciones sociales desde los inicios de la modernidad hasta nuestros días. ¿Se puede hacer historia de la patología mental o sus crisis? Michel Foucault nos mostró el camino. 

La crítica al narcisismo de Candel surge de la reflexión sobre las bases políticas de la cultura moderna, sugiriendo que la exaltación del individuo como ser aislado y autónomo contribuye a una crisis de relaciones humanas auténticas y a la erosión de los valores comunes. Otra vez la cultura del yo ante los otros.

El concepto de narcisismo ha sido central en diversas disciplinas, desde el psicoanálisis hasta la filosofía, la sociología, la economía y el mercado, y se ha convertido en una de las características definitorias de la cultura contemporánea. En un contexto contemporáneo, el narcisismo no solo afecta al individuo de forma aislada, forma parte en las estructuras más profundas de la sociedad, influyendo en la política, la economía, la cultura y, en general, en la forma en que nos entendemos como seres humanos.  La razón de la sin razón se adquiere en el narcisismo como en el tango: “El derecho de haber sido y el dolor de ya no ser.’’

La obra de Miguel Candel, Ser y no ser. Crítica de la razón narcisista (2018), ofrece una reflexión crítica sobre cómo el narcisismo se ha convertido en un rasgo característico de la cultura occidental moderna. 

Volviendo a la visión de Freud, el narcisismo patológico no solo refleja una perturbación psíquica, sino que tiene efectos sociales, ya que un individuo narcisista es incapaz de generar relaciones auténticas y se ve a sí mismo como el centro de un mundo que debe girar en torno a su satisfacción. Esta concepción freudiana ha sido enormemente influyente, pero lo que resulta particularmente relevante para la filosofía contemporánea es cómo el narcisismo se ha extendido más allá del ámbito psicológico hacia un fenómeno cultural, político y social. Esta erudición narcisista convoca al mercado del deseo siempre insatisfecho.

En Ser y no ser. Crítica de la razón narcisista, Miguel Candel aborda el narcisismo desde una perspectiva filosófica que integra miradas ontológicas y metafísicas. Candel se define como “individualista ontológico”, es decir, cree que el individuo es la única entidad verdaderamente existente. Candel crítica al narcisismo desde una reflexión sobre cómo el concepto de “individuo” ha sido moldeado por la cultura moderna.

La razón narcisista para Candel no se limita a una patología individual, sino que representa una forma de pensar que predomina en la sociedad contemporánea. Esta “razón narcisista” está arraigada en el individualismo radical, una ideología que postula que el individuo es autosuficiente y que la única medida de la realidad es el “yo”. Esta visión del mundo implica una renuncia a los vínculos comunitarios, a las instituciones colectivas y a la idea misma de lo común. En este contexto, el narcisismo se convierte en la manifestación de un egoísmo estructural que impregna todas las dimensiones de la vida humana, desde la política hasta las relaciones personales. De la alcoba a la palestra. 

Se trata de un diagnóstico de fondo del narcisismo como tendencia o fenómeno cultural. La razón narcisista está estrechamente vinculada a una concepción deformada del individuo. Si el individuo es entendido como una entidad autónoma y separada de los demás. La isla del narcicismo es la aldea de todos por lo menos alguna vez.

Uno de los aspectos más provocadores de la crítica de Candel al narcisismo es su dimensión política. La exaltación del individuo y la primacía del “yo” no solo tienen consecuencias en el ámbito psicológico, sino que también configuran las estructuras sociales y políticas de la cultura occidental moderna. Como señala Candel en una entrevista, “en filosofía teórica, el individualismo es el enfoque de la realidad que considera que lo realmente existente son los individuos”. El enfoque individualista tiene su traducción política en la idea de que no debe haber ninguna institución que proteja a las personas en tanto que pertenecientes a un grupo. En lugar de la solidaridad o la cooperación, el modelo que emerge de este enfoque es el de una sociedad de individuos autónomos que se relacionan entre sí en términos de competencia, intercambio y, en última instancia, aislamiento. El laberinto del yo.

El narcisismo cultural y político se articula en torno a la idea de que el individuo debe ser completamente autónomo y que la única realidad legítima es la que él mismo construye. Esto da lugar a una sociedad fragmentada, donde la solidaridad y el bien común son reemplazados por la obsesión con el éxito personal y la satisfacción de deseos egoístas. El neoliberalismo, en particular, ha fomentado este tipo de individualismo, basado en la competencia desenfrenada y en la disolución de las estructuras colectivas. Pues evidentemente este modelo parte de la permanente insatisfacción.

Candel critica este individualismo político, y además propone una reflexión ética y que recupere la idea de que el individuo, aunque autónomo, no es un ser aislado, sino que su existencia está siempre interconectada con la de los demás. Así, la reflexión filosófica sobre el narcisismo no se limita a una crítica moral, sino que tiene profundas implicaciones en la manera en que entendemos la política, la economía y las relaciones sociales.  El narcisismo rompe la comunidad.

El narcisismo no es solo un fenómeno abstracto, sino que afecta profundamente la forma en que vivimos nuestras vidas y nos relacionamos con los demás. En un momento en que el narcisismo parece estar en el centro de nuestras preocupaciones sociales y políticas, el libro de Candel ofrece una reflexión necesaria sobre cómo podemos repensar nuestras relaciones y redescubrir el valor de la comunidad. En un mundo reflejado en espejos, donde el ego se consume sin fin, se muestra el narciso en su propia gloria, engañando al mundo con su vanidad ruin y contagiosa.

Ilustración. Diana Olvera

Manchamanteles

Ida Vítale celebró sus primeros 101 años este mes. La poeta uruguaya, que ha alcanzado esta longevidad con una mente aguda y una obra vibrante, logró llegar hasta aquí con el ingenio y la profundidad que marcan su estilo único, como se aprecia en este poema: “La palabra infinito es infinita, la palabra misterio es misteriosa.  Ambas son infinitas, misteriosas.  Sílaba a sílaba intentas convocarlas sin que una luz anuncie su dominio, una sombra señale a qué distancia de ellas está la opacidad en que te mueves.  Van a algún punto del resplandor y anidan, cuando las dejas libres en el aire, esperando que un ala inexplicable te lleve hasta su vuelo.” ¿Es más que su sabor el gusto de la vida?

Narciso el obsceno

Frente a mí me miro sin cesar, me encanto, me observa, no quiero parar. Me busco en reflejos, mi amor es tan fiel, Que no veo más allá de mi propio laurel. ¿Qué es?

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