Por. Boris Berenzon Gorn
José Revueltas, destacado ciudadano, ideólogo, escritor y crítico, surge como una figura cardinal en la historia de México, especialmente en el contexto de la Guerra Fría y el autoritarismo del régimen del Partido Revolucionario Institucional (PRI). A pesar de su entorno, Revueltas rehúye las modas literarias y los cánones sociales. Su vida y obra son no solo evidencia de un compromiso vital con la justicia social, sino que también encuentran su lugar en una congruencia ética y política que resuena en la actualidad. Comprendió que la lucha por la libertad y la justicia es una necesidad esencial en un mundo donde las estructuras de poder tienden a reprimir el espíritu crítico. Esto, aunque pueda sonar heroico, representa una renuncia al triunfo de lo establecido.
Uno de los hilos de su vida fue su participación en el movimiento estudiantil de 1968, un punto de inflexión en la historia reciente de México. En este contexto de agitación y búsqueda de cambios profundos, Revueltas identificó la autogestión como el motor del movimiento. Brigadas, comités, pintas y volantes hechos con mimeógrafo emergieron de manera espontánea, evidenciando una capacidad organizativa que desafiaba el control autoritario del Estado. Esta autogestión, como observa el historiador Carlos Illades, no solo fue una respuesta a la opresión, sino también un reflejo de la evolución del pensamiento de Revueltas respecto al movimiento comunista mexicano.
La capacidad de los estudiantes para autoorganizarse y articular demandas colectivas fue vista por Revueltas como una nueva forma de hacer política, donde la voz del pueblo podía resonar sin la mediación de estructuras burocráticas y opresivas. Este entendimiento de la autogestión como un acto de resistencia política se convierte en una de las características más definitorias de su pensamiento. Al mismo tiempo, Revueltas criticó sin reservas el autoritarismo que surgió de la Revolución Mexicana, aunque la considerara un momento significativo para las luchas obreras. Esta dualidad en su pensamiento y en su legado político y literario refleja una profunda comprensión de la complejidad del contexto político mexicano. La picardía intelectual de Revueltas se manifiesta como una burla generosa ante lo que le tocó vivir, un guiño existencial a la comunidad.
Su pensamiento como toda propuesta vital no estuvo exento de contradicciones; como toda cultura, se construye desde la teoría y la práctica. Algunos de sus lectores y críticos coinciden en que, al igual que George Orwell, anhelaba un socialismo que coexistiera con la libertad, un deseo que lo llevó a buscar un camino hacia la justicia social, aun a riesgo de perder de vista los peligros de los dogmas.
En este contexto de agitación política, Revueltas publicó El Apando en 1969, una obra que critica ferozmente el sistema penitenciario mexicano y la corrupción del régimen del PRI. Al centrarse en la vida de un grupo de presos en la cárcel de Lecumberri, expone no solo la brutalidad del sistema carcelario, sino también las profundas injusticias que permeaban la sociedad mexicana. A través de su prosa, logra captar la angustia de sus personajes y convertir su sufrimiento individual en un grito colectivo de resistencia. *El Apando* se convierte así en un símbolo de la lucha por la dignidad en medio de un sistema que busca deshumanizar a sus ciudadanos.
El año 2024 marca el 110 aniversario del nacimiento de José Revueltas, y es un momento propicio para reflexionar sobre su legado. Nacido en Santiago Papasquiaro, Durango, su vida estuvo marcada por una búsqueda constante de justicia social y un rechazo a la opresión. Revueltas se suma a una tradición de intelectuales mexicanos, como Ponciano Arriaga y Melchor Ocampo, que abogaron por un pensamiento crítico y democrático. Su obra actúa como un puente entre el liberalismo y el marxismo, buscando una síntesis que permita la construcción de una sociedad solidaria y digna, donde los derechos humanos y la equidad sean pilares fundamentales.
La crítica a la élite cultural y la necesidad de llevar a Revueltas a la “periferia de la denuncia” son aspectos cruciales de su legado. En un país donde las voces disidentes a menudo son silenciadas, el reconocimiento de su obra como un acto de resistencia se vuelve esencial. Como señala Edith Negrín, su literatura también puede leerse a través de la intertextualidad, donde la historia y el texto se entrelazan de manera significativa. Esta capacidad de entrelazar lo personal y lo político permite que su obra se mantenga relevante, ofreciendo una mirada crítica a las injusticias contemporáneas.
El mayor homenaje a Revueltas es reconocer que su pensamiento y su literatura no deben ser confinados a los cánones de la élite cultural, sino que deben estar al servicio de la denuncia y la resistencia en un mundo que continúa enfrentando las mismas luchas. La democracia cognoscitiva, contraria al dogma, es un valor que debe reivindicarse hoy más que nunca. El intercambio de ideas, la polémica y la diversidad de visiones son esenciales para construir un futuro donde la libertad y la justicia sean realidades, y no meras aspiraciones.
Decía José Revueltas: “Amarás a tu prójimo… ¿Y por qué no despreciarás a tu prójimo como a ti mismo?” Revueltas se convierte en un viento feroz que arrastra la arena hacia una sociedad más justa y equitativa. Su obra y sus acciones invitan a una reflexión permanente que impulsa a la acción. Recordar a Revueltas es recordar que la lucha por la libertad nunca debe cesar. En un mundo en constante transformación, su voz sigue siendo un recordatorio de que la congruencia entre pensamiento y acción es fundamental para construir un futuro en el que todos los ciudadanos puedan vivir con dignidad y respeto. Su obra nos invita a preguntar, a dialogar y a seguir luchando por un México donde la justicia social sea una realidad tangible.