Por. Saraí Aguilar
Un minuto de silencio por los hombres que han muerto a causa de que sus mujeres no les ponen lonche.
Esta conclusión parece desprenderse de una reciente propuesta de Marte Alejandro Ruiz Nava, diputado local de la bancada oficialista de Morena en Tamaulipas.
En días pasados al legislador se le ocurrió una idea de esas que son propias de la ignorancia combinada con el arrojo.
Es posible que, meditando, algún día, divagando con sus amigos, haya conversado sobre las vicisitudes de la vida en pareja. “Desde que vivimos juntos he adelgazado, no me prepara lonche”, debe haber comentado alguno. Tal vez otro se animó a ventilar detalles de su intimidad alegando que su pareja frecuentemente alegaba malestares físicos para “no cumplirle como mujer”. Y eso de plano le hizo pensar al flamante legislador que era demasiada violencia para sus amigos. Y si él, que tenía el poder para legislar, no lo usaba para los oprimidos, ¿quién más?
Y, envuelto como Juan Escutia en la bandera de su causa, declaró sobre las “microviolencias” que acechan a sus iguales. Sin lonche y sin cariño. Basta ya.
“Si vamos a la situación de violencia, de igualdad, en el sentido de que la mujer se siente violentada por el hecho de que simplemente un hombre le levante la voz, en la misma manera, si la mujer le levanta la voz al hombre, si no le hace el lunch, que también se puede decir que es un microsituación de violencia, si no comparte una noche con él, es decir que le duele la cabeza y que no quiere tener una relación sexual también es una microviolencia porque no está cediendo a estar con su pareja”, declaró a medios Ruiz Nava, quien lamentó que se haga más caso a una denuncia de mujeres que a una de hombres, y que no exista una dependencia especializada en atención de los hombres que sufren este tipo de “violencias”.
Y no, lo narrado previamente no es un chiste sino anécdota. Y no faltaron “oprimidos” que se unieron al clamor.
Y bueno, aprovechemos que alzaron la voz para hablar de que sí existe la violencia en la pareja en la que el hombre es la víctima. Pero hay que hablar con fundamento. Si va a dar la batalla, tiene que hacerlo informado, diputado.
Actualmente, no se habla de microviolencias sino de violencias cotidianas, señor legislador. Las mujeres que hemos luchado contra ellas no hacemos concesiones hacia la violencia porque éstas han costado la vida de muchas, más allá del fastidio de tener que preparar un sándwich.
Pero sin llevar esta reflexión al campo de la comparación de quién sufre más, si se va a hablar de violencia contra los hombres es indispensable documentarse. Cabe destacar que la violencia en una relación se entiende por cualquier agresión física, psicológica, mental y sexual con el fin de mantener el control sobre la otra persona. Comienza con cualquier comentario incómodo, después con un jaloneo que al principio puede parecer un juego entre ambos, pero conforme pasa el tiempo la situación puede llegar a ser más grave.
No hacer lonche o no querer sostener relaciones sexuales no cuenta como violencia por más que le moleste ello al diputado.
Pero también hay que aclarar algo. No es culpa de las mujeres el hecho que la violencia contra los hombres no esté tan visibilizada y que el agredido se sienta avergonzado –pues cuando denuncia se le suele ridiculizar–. Es culpa del patriarcado. De ese patriarcado que ve a las mujeres como seres inferiores y por lo cual resulta inverosímil que un hombre pueda ser afectado por ellas.
Y entendemos la impotencia de que no se crea en la violencia pues de las mujeres no se ríen, pero las ignoran y las señalan como culpables de la violencia que reciben. ¿Ve, diputado, como el tema de la violencia es más complejo que el lonche que no le pusieron?