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EL ARCÓN DE HIPATIA Caty Monreal: feminismo a conveniencia

Por. Saraí Aguilar

@saraiarriozola

 

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Desgraciadamente, Spiderman no les dijo su máxima a las políticas mexicanas.

Pues tras la gran victoria que se logró al tipificarse la violencia política de género, algunas mujeres se han encargado de vapulearla al hacer un uso amañado de ésta.

Y sí de Caty Monreal estamos hablando. Es sabido que es hija del diputado Ricardo Monreal, un vínculo que ella jamás ha ocultado, de la misma forma que tampoco se ha privado de sus beneficios. Ella misma señaló en una entrevista que “como padre” el político zacatecano estará al pendiente y le dará consejos “ante su vasta experiencia”.

Cabe destacar que dentro de su historial, la otrora consejera nacional de Morena fue señalada por presuntamente haber recibido contratos por más de 3 millones de pesos de la Delegación de Bienestar en el estado de Zacatecas. La controversia surgió cuando Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad reveló que aquella delegación era liderada por su tía; a ello se sumaron otros contratos con dependencias como el IMSS y la SICT.

Pero más allá de las denuncias por corrupción que implican un amparo del manto protector familiar –por el cual ahora alega que mencionar la relación con su padre la violenta– hay algo más que llama la atención.

En 2021 Catalina Monreal se postuló como diputada federal por el extinto partido político Fuerza por México. En aquel entonces, la hija del hoy coordinador de la bancada morenista en la Cámara de Diputados, dijo que aceptó contender por aquel partido porque encontró en él la “posibilidad de participar activamente” y se pronunció en contra del uso político de las acciones afirmativas.

Hoy argumenta violencia política de género para arrebatar en tribunales lo que perdió en las urnas. Caty Monreal, quien compitió por la Alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México por la alianza Seguiremos Haciendo Historia, dio a conocer en una entrevista con Milenio que, para ella, la reciente anulación de la elección por parte del Tribunal Electoral de la Ciudad de México es un triunfo de la justicia para que se deje de normalizar la violencia contra las mujeres, no solamente en el espacio público, en el hogar, en las calles o trabajos, sino también en el ámbito político.

Tras conocerse la noticia de que el tribunal anuló la elección en razón de la violencia política de género presuntamente cometida por la ganadora Alessandra Rojo de la Vega –quien señaló justo el vínculo familiar de la candidata oficialista con su padre–, Caty Monreal pidió que se incluya a la aspirante de PAN, PRI y PRD en el registro público de agresores y agresoras.

“Estoy contenta, esta lucha no es solamente por una mujer violentada, es la lucha de miles y cientos de mujeres violentadas, violencia física, sexual, psicológica, política que es la que yo he vivido. Me da mucho gusto que la democracia, transparencia y verdad reciban justicia”, declaró Caty Monreal.

Interesante que la excandidata de origen zacatecano piense así. Si su supuesta lucha por la alcaldía es por la violencia de género, es extraño que jamás se le ha escuchado levantar la voz por las miles de mujeres que han desaparecido y muchas de ellas precisamente en Zacatecas. No se le ha escuchado levantar su voz por las escuelas de tiempo completo, por las mujeres con cáncer.

Feminismo no es una asociación clientelar con colores rosas, morados o verdes. Feminismo implica salir a ganar sí, pero saber perder, y no manchar la verdadera lucha contra la violencia de género con falsos activismos y usos torcidos de la ley.

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