EL ARCÓN DE HIPATIA Chapulineo: el cuento de nunca acabar - Mujer es Más -

EL ARCÓN DE HIPATIA Chapulineo: el cuento de nunca acabar

Por. Saraí Aguilar

@saraiarriozola

 

Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error. Y que sea un honor estar con Obrador no es precisamente el motivo que parece mover a Araceli Saucedo, quien en las pasadas elecciones llegó al Senado a través de una alianza PRI-PAN-PRD lanzando arengas contra Morena y el oficialismo. Hoy, sin vergüenza alguna, presume su cambio de bancada.

Hace apenas unas semanas Saucedo recitaba en sus promocionales de campaña el retroceso que Morena ha significado para el país. Hoy socarronamente dice que ni modo, que se cambia porque ni modo que la expulsen del hoy extinto PRD por contribuir –junto con su correligionario José Sabino Herrera– a que la Cuarta Transformación esté a punto de lograr la mayoría calificada en el Senado de la República.

Y si bien todo mundo es libre de identificarse con el retroceso como ella misma lo llamó, el problema no es ella y su visión personal, sino lo que representa e implica para el país este tipo de políticos.

De acuerdo con lo declarado por la hoy senadora durante un encuentro con medios de comunicación, Saucedo tomó la decisión de integrarse al partido guinda por una resolución colectiva de la militancia en Michoacán, en donde presuntamente se votó por luchar por la colectividad y trabajar por representar a la izquierda en las elecciones intermedias.

Pero para nadie es secreto las aspiraciones gubernamentales para el 2027 de la hoy integrante de la Cuarta Transformación. Así que al parecer esa colectividad y trabajo por la militancia son cualquier cosa que ello signifique e implique que ella llega incluso a ser candidata al gobierno estatal de Michoacán (Animal Político, 30 de agosto), incluso si eso implica tragarse sus palabras. No sus convicciones, pues de esas quedó de manifiesto que carecía.

Pero esto de chapulinear –como amablemente le llaman– no es por desgracia un mal nuevo ni poco frecuente en nuestro país. Nos ha acostumbrado nuestra desgastada clase política a esos bandazos y cambios de color según convenga.

En la legislatura pasada la hoy de nuevo senadora por el PAN, Lilly Téllez, llegó al escaño por Morena y pasó a convertirse en acérrima enemiga del oficialismo tras un cambio de bancada. Asimismo, Claudia Balderas, senadora que llegó por Morena y se hizo notable por sus escándalos y no por su gestión, se unió al PRI a finales de 2023. Cómo no mencionar a Alejandra del Carmen León Gastélum, quien llegó al Senado por Morena, al iniciar la Legislatura renunció y se sumó al PT, después decidió ser parte del Grupo Plural y en 2022 se integró a Movimiento Ciudadano. En abril pasado volvió a las filas guindas.

Faltan muchos más. Pero de lo anterior podemos sacar algo en firme: en política, sin distinción de género, van primero las subvenciones y dietas que las convicciones. Desgraciadamente este mal de políticos que no les importa sazonar sus promesas de campaña con sal y limón para poder tragárselas mejor no tiende a desaparecer. Mientras que unos y otros vean a los que se incorporan como iluminados y a los que los dejan como traidores, y nosotros ciudadanos permitiendo con nuestro silencio que se posiciones personas sin escrúpulos para legislar, esto será el cuento –y el vivir del erario– de nunca acabar.

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