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ABREVADERO DE LETRAS: Rogelio Cuéllar, referente del quehacer fotográfico mexicano

  • La fotografía es un lenguaje que todos deberíamos manejar como la escritura

Por: Cut Domínguez

@cut_dominguez

Explicar la fotografía en blanco y negro, donde sobresalen los retratos de célebres creadores; así como de desnudos femeninos y masculinos, imágenes de autor, entre otros temas y con motivo del Día Mundial de la Fotografía (19/08/2024) es evocar a un referente del quehacer fotográfico mexicano: Rogelio Cuéllar* Medalla al Mérito Fotográfico 2023. La editora María Luisa Passarge y el investigador Jaime Moreno Villareal lo han descrito como “un amante apasionado del arte y de los artistas”, debido a su carácter de coleccionista. Quien en 1970, formó parte del equipo de la revista Sucesos, dirigida por Gustavo Alatriste.

Gozoso traigo a la memoria una entrevista que me concedió, una mañana en primavera de 1993, para la revista Siempre!. La charla tuvo como mudo testigo su departamento de la colonia Condesa. Amplia sonrisa, saludo amable y dice: “Bienvenido estás en tu casa, ella es Eunice Chao mi compañera”, una espléndida artista de la lente, considerada “la reina de la fotografía” en nuestro país. Mientras observo algunas imágenes de Cuéllar colgadas en las paredes, me invita un café y al saborearlo vamos al punto.

En efecto, no cabe duda que la fotografía es un fenómeno mágico que se inicia con el agudo “click” de una cámara terminando con la expresión plástica de la obra; luego de un íntimo proceso que solo los sacerdotes del cuarto oscuro saben descifrar. Desde su irrupción en el horizonte de esta disciplina -hace ya 25 años en Difusión Cultural de la UNAM- hasta sus más recientes participaciones, el año pasado, en la Feria Internacional de Arte de Guadalajara y en la Feria Internacional del Libro de Frankfurt, la suya ha sido una carrera excepcional.

Rogelio Cuéllar mira por el objetivo de su Nikon y atrapa todo aquello que le sorprende de la realidad. El torso desnudo de una mujer, la broceada pierna de un tarahumara, la anciana con hambre y sin esperanza, el artista y su mirada eterna, la migaja de pan sobre el mantel, el comedor de un asilo para ancianos, la contundente sonrisa infantil; y admite, con poética terquedad, ser un fotógrafo persiguiendo los espacios en los que el hombre de nuestro pueblo arriba.

Rosario Castellanos / Foto: Rogelio Cuéllar

Asegura estar aprendiendo la fotografía que le gusta. Mucho se ha escrito y dicho de las bondades de su trabajo, pero Rogelio parece no darse por aludido. Es tan cordial y sencillo como en sus inicios, según sus pares.  “Y es la sencillez, advierte, traducida a disciplina y mayor claridad en mis objetivos y conceptos lo que estoy alcanzando después de este tiempo”. En el caso del retrato -técnica que practica desde hace 15 años con creadores contemporáneos- está más cerca de transmitir el alma de los retratados, asegura. De cómo es el temperamento en el espacio donde trabajan, la selección responde al gusto personal. Comenta la importancia del carácter de un escritor, músico o pintor; de ahí que pueda entregarse con más frescura y agudeza. Finalmente, es el fotógrafo quien asume tal criterio, dice.

–¿Qué espera todavía Rogelio Cuéllar de su trabajo?

–A corto plazo, perder menos el tiempo en tonterías. No me entusiasma la idea de hacer fotos poco interesantes. Creo que es maravilloso acercarse a la etapa donde pueda hacer las imágenes deseadas.

–¿Ha sido generosa la fotografía contigo?

–Sí. En primer lugar, me ha producido una gran satisfacción personal realizar esta carrera. Por ejemplo, cuando comencé lo hice de manera intuitiva y ahora con el paso de los años, descubro poseer una memoria visual de cierta época de la vida cultural de México de la cual participo en ella.

–¿Encontraste desafíos al hacer fotografía en un país como el nuestro, desde el punto de vista de la creación artística?

–No muchos, ha sido fácil. Recuerda que México es un pueblo abundante en imágenes de todo tipo: poéticas, visuales, sonoras y literarias, entre otras. Y, bueno, todos nos hemos nutrido de ellas.

–¿Cómo fue en tu caso?

–Me alimenté mucho del cine mexicano, aunque también me inspiré en los grandes fotógrafos que ha tenido y tiene.

Rogelio Cuéllar señala a la fotografía como un lenguaje que todos deberíamos manejar como la escritura. Niega, de igual modo, que existan perfiles humanos fotogénicos. “Todos los rostros tienen su fuerza expresiva y saber captarla es mi desafío cotidiano”, añade.


(* ) “El Duende”, como lo bautizó Jorge Luis Borges, actualmente se dedica a su numeroso acervo, cuyo número suma alrededor de 20 mil negativos. En casi seis décadas de trabajo, los rostros de los mejores exponentes de la literatura y la plástica iberoamericanas; una memoria de sus contemporáneos y sus luchas sociales, la hermosa orografía de su país tienen el sello de Rogelio Cuéllar. José Emilio Pacheco Abrazando el pilar de un laberinto de libros, Octavio Paz dirigiendo una mirada esquiva desde su puerta, Julio Cortázar apoyado cual fauno en las raíces sinuosas de un árbol, José Agustín haciendo “caracolitos” a la cámara, una vieja y coronada Pita Amor, la elegancia de Rosario Castellanos y un prolongado etcétera.

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