Por. Bárbara Lejtik
Apenas empezó París 2024 y los rostros de mujeres han acaparado todos los medios. Más rápidas, más fuertes, más decididas que nunca las mujeres están demostrando que no hay categoría ni espacio que no sean capaces de conquistar en cuanto a deporte se refiere, pero esto no siempre fue así. La participación de las mujeres en las justas olímpicas estaba no solo prohibida, ni siquiera era considerada; las mujeres no éramos aptas para la competencia ni para el esfuerzo físico del deporte. Se creía que no era interesante, no grato para el espectador ver mujeres desempeñándose en cualquier disciplina y nuestra participación a duras penas, y como había sido siempre, estaba destinada a la cocina preparando comida mientras los hombres disfrutaban del evento.
La historia nos cuenta que fue en 1900 que algunas pocas mujeres pudieron competir y solo en cinco categorías: tenis, vela, cricket, hípico y golf, todas estas disciplinas por cierto propias de la clase social alta y no alcanzables para la población común.
Ya para 1924 se habían adaptado nuevas disciplinas pero no éramos las mujeres ni el 5 por ciento de la participación, cada año y en cada nueva sede las mujeres luchamos por poder participar y demostrar que el deporte es un derecho de toda la humanidad, se tuvieron que hacer unos Juegos Olímpicos alternos sólo de mujeres y la mayoría no contaban con entrenador, mucho menos con financiamiento, no podían participar en deportes grupales ni ser parte de ningún equipo. En 1928 las deportistas de Alondras hicieron un boicot para exigir que más mujeres pudieran participar a pesar de que incluso el Comité Olímpico Internacional mostró pruebas pseudocientíficas con las que intentaban demostrar que el cuerpo de la mujer no era apto para el atletismo y que permitirle practicar este deporte amenazaba incluso pon la perseveración de la especie humana.
La cosa avanzaba muy lento, fue hasta 1960 que seis países incluyeron mujeres en su delegación y en 1972 la participación femenina no pasaba del 20 por ciento.
Fue en los Juegos Olímpicos de México 1968 que por primera vez una mujer, Enriqueta Basilio, fue la encargada de encender el pebetero olímpico.
En 2007 se modificó la constitución olímpica para prohibir cualquier tipo de discriminación racial o de género en las competiciones ya para Río aumentó a 34 por ciento la participación y en Londres se hace una realidad la presencia de mujeres en todas las disciplinas, aunque ahora podríamos discutir el tema de que hay disciplinas exclusivas para mujeres como el nado sincronizado y la gimnasia rítmica, y sería bueno demostrar nuestra disposición a que tanto hombres como mujeres tengan los mismos derechos en todos los deportes.
París 2024 será recordada siempre como la primera vez de unos juegos realmente paritarios, en los que la participación de hombres y mujeres es igual, 2 mil 500 participantes de cada género competirán y además en el plano administrativo y artístico la presencia de la mujer está siendo sumamente destacada.
Las mujeres produjeron, cantaron, diseñaron, entrenaron, compitieron y organizaron el evento deportivo más importante y más visto del mundo.
Fueron poquísimas las delegaciones que no llevaron mujeres y ahora son éstas las que nos llamaron la atención, esperemos que esto termine y todas las mujeres en todo el mundo tengan la misma oportunidad pues el deporte y la competencia son sin duda un derecho humano.