Como una “biografía de energía”, un anecdotario, pero sobre todo, como el retrato de una mujer que no se ha limitado a exigir hasta a los presidentes de México, así fue descrito Xingona. Una mexicana contra el autoritarismo, de la periodista Ivonne Melgar.
Acompañada de la senadora del PAN, Kenia López Rabadán y del escritor Federico Reyes Heroles, bajo la moderación de la activista Patricia Olamendi, se presentó este trabajo periodístico que relata, además de la vida de Xóchitl Gálvez Ruiz en su natal Tepatepec, Hidalgo, el salto que dio del Senado a candidata a la Presidencia de México, en poco más de 80 días.
“Léanlo, tómenlo con un café, disfrútenlo. Hay muchos, pero muchos espacios anecdóticos que quizá ustedes lo van a recodar porque lo vieron en alguna noticia o porque la vieron en el momento en el que estaba pasando en el Congreso o en el gobierno federal”, dijo la también jefa de Oficina de la candidata por el PAN-PRI-PRD.
Desde el teatro Ana María Hernández, en la alcaldía Coyoacán, Reyes Heroles se refirió a la conexión y energía que genera Xóchitl Gálvez con los demás.
“Lo que está presente es una biografía, una biografía muy rica, una biografía de reto, una biografía de energía. Y les recuerdo a ustedes, Kenia lo decía, por qué tiene tanta energía. Ahora se ha demostrado que cuando uno hace, toma actitudes para beneficiar al otro también recibe energía y eso es muy importante.
“Entonces cuando la ve uno, dice, pues la verdad es que ella tiene una energía sobresaliente y a lo mejor viene precisamente de ese contacto con nosotros, de esa empatía, de esa capacidad de dar y recibir”.
Xingona es un trabajo periodístico de la también columnista Ivonne Melgar, que nace a partir de un post en la red social X, pero que se nutre con años de trabajo de reporteo, entrevistas y otros testimonios, que tejen la incursión de Xóchitl Gálvez al mundo de la política en el gobierno del expresidente Vicente Fox, hasta su postulación como candidata presidencial.
Sin embargo, nadie mejor que Ivonne podría explicar lo que la motivó a escribir Xingona, en un momento en el que el país atraviesa por momento histórico al ser inminente la llegada de la primera mujer a la Presidencia de México.
¿Por qué escribir Xingona?
Este libro surgió el 3 de julio del año pasado, a raíz de un hilo de comentarios que compartí en Twitter -aún no se llamaba X- sobre quién era la posible candidata opositora y que dio paso -ese mismo día- a una llamada de la editorial, invitándome a contar quién era Xóchitl Gálvez.
Los editores sugirieron que podía ser una semblanza o una entrevista larga. Y fueron enfáticos en el límite de entrega: el texto debía estar listo a finales de octubre.
Una vez que disipé dudas sobre si tomar o no el desafío de armar esta biografía de la mujer que irrumpió en el guión del relevo presidencial, en la editorial Grijalbo se preguntaron qué tanto corríamos el riesgo de que el borrador del libro se quedara en eso. Y aunque mi respuesta fue que estaba segura de que la senadora Gálvez ganaría en la selección interna que la llamada marea rosa les obligó a realizar a los partidos de oposición, la precandidatura se confirmó hasta finales de agosto.
De manera que, como lo contamos en el libro, la postulación presidencial de Xóchitl se construyó de manera imprevista y sorpresiva en 83 días.
Por eso la pregunta periodística que en lo personal aspiraba a responder en cada uno de los 10 capítulos de Xingona es por qué esta hidalguense que nunca se asimiló a los códigos de las cúpulas partidistas sería la de la boleta presidencial.
¿De qué estaba hecha esa persona dispuesta a protagonizar una elección en la que, como nunca en nuestra historia reciente, están siendo violadas, abierta, deliberada y alevosamente, desde el poder presidencial, las reglas de nuestra vida democrática?
Cada lector determinará si respondimos a esa interrogante en estos capítulos que, por deformaciones del oficio, concebí más como 10 reportajes que pueden consumirse de manera saltada, según sea el tema de interés que quieran conocer de la candidata. No importa el orden. Se trata de 10 textos que combinan la semblanza, la reconstrucción de hechos y entrevistas con Xóchitl y con sus hermanos, primos, colaboradores y excolaboradores en diversas responsabilidades, ex compañeros de gabinete y de bancada y cronistas parlamentarios que le dieron cobertura en el Senado.
Fueron 80 horas de revisión hemerográfica en manos de la historiadora en trabajo de archivo, Tania Meza, quien nos entregó una hermosa colección de un centenar de planas -en PDF- de periódicos de los años 90 y del decenio siguiente, con el registro del desempeño público de Xóchitl como funcionaria de Vicente Fox entre los años 2000 y 2006. Ahí había unas tres o cuatro docenas -tengo que hacer ese conteo- de notas a mi nombre, pero también de mis colegas con quienes cubrimos ese sexenio en el periódico Reforma. En lo personal tenía asignada las tareas de las oficinas anexas, así les llamaban, de la residencia oficial de Los Pinos, relacionadas con Atención Ciudadana, Migrantes, Tercera Edad, Personas con Discapacidad y Pueblos Indígenas.
Para fines de este libro, realicé 35 horas de grabación con 22 personas, incluida la candidata, con quien conversé durante 10 horas en cinco momentos diferentes.
Y a la hora de la tecleada hubo largas madrugadas googleando videos, reportajes, entrevistas, decenas de registros de la Xóchitl candidata al gobierno de Hidalgo y como delegada en la Miguel Hidalgo.
Por supuesto que la memoria ayuda siempre. Pero en todos los casos posibles había que ir a la verificación y a la recuperación del clima político de cada momento. Eso fue crucial y es crucial para el periodismo: hacernos cargo de las circunstancias donde se significan los hechos. Recuperar las columnas de Miguel Ángel Granados Chapa, su Plaza Pública, el maestro, hidalguense, que sin duda destapó, por usar un término coloquial, a la ahora presidenciable.
Al final hay una constante que Juan Carlos Ortega y Andrés Ramírez captaron como lo saben hacer los buenos editores, de los que, para mi fortuna, he tenido muchos, y a quienes me atengo siempre para que al siguiente día me sorprendan con títulos y resúmenes atractivos para las notas, crónicas, entrevistas y reportajes que cotidianamente entregamos.
En esta ocasión, Juan Carlos y Andrés optaron por Xingona, aludiendo así a la expresión que para fines del marketing político utiliza la candidata en su campaña, y en el subtítulo resumieron la constante biográfica del personaje: una mexicana contra el autoritarismo. Y sí, desde aquel autoritarismo que se manifestaba en el pueblo de Tepatepec en los varones de la familia y los caciques de la comunidad hasta el actual, pasando por aquellos que son hilo conductor en la toma de decisiones en los gabinetes, partidos políticos y burbujas parlamentarias.
Porque ese es el tema de fondo hoy en México, en el libro, en la elección y en la vida de la candidata opositora: contamos con un marco jurídico para una democracia constitucional pero no hay democracia en el ejercicio del poder. Y por eso los ciudadanos estorban: unos quieren clientelas, otros aspiran a votantes. Pero sin rendición de cuentas, sin escrutinio
Gracias al plural movimiento feminista y a la resistencia democrática expresada en reivindicaciones sociales diversas -migrantes, personas con discapacidad, comunidad LGBTIQ más, pueblos originarios- los partidos están obligados a responder a las acciones afirmativas, a las que sin embargo buscan siempre darles la vuelta.
Porque en esencia, esos organismos de interés público que conforman al Estado mexicano, los partidos políticos, aun no experimentaron el proceso de democratización ni ciudadanización que requerimos para desmontar el autoritarismo en el ejercicio del poder.
Por el contrario, con la bendición del voto popular, la concentración de poder avanzó en ese sexenio bajo la ilusión de que encarna los sentimientos de un pueblo bueno que enfrenta a los malos.
Es una circunstancia que, ahora por sobrevivencia, profundizó el manejo cerrado, discrecional y opaco en los partidos políticos.
Por eso no es trivial ni casual que haya sido Xóchitl Gálvez la política que se coló en el pequeño paréntesis que las dirigencias del PAN, PRI, PRD hicieron para atender las voces de los miles de hombres y mujeres convocados por la marea rosa, ese experimento de activistas que habiendo sido -en su mayoría- militantes de partidos, comenzaron a operar al margen de éstos para obligarlos a abrirse a la auténtica oposición, la de los ciudadanos.
Y no es trivial ni casual que sea Xóchitl la candidata presidencial, una política de tierra que en el terreno de la operación electoral descubrió en 2010, siendo aspirante a gobernadora en Hidalgo, cómo se simulaba en México ser oposición.
Una verdad de oro que el 25 de febrero de 2023 volví a escucharle a la, en ese momento, senadora de la República, mientras era detenida por decenas de ciudadanos en el paseo peatonal de Madero, después de la concentración en el Zócalo: “la verdadera oposición son los ciudadanos”. Estaba feliz y emocionada. Pensaba que con los ciudadanos podía construir su candidatura a jefa de gobierno de la Ciudad.
Cuatro meses después, entró en la ruta que la tiene ya en la disputa presidencial.
En estas páginas ustedes encontraran anécdotas, circunstancias, reflexiones, encontronazos que dan cuenta del reclamo constante de Gálvez frente al ejercicio autoritario del poder. Pero también de la tensión permanente que ella ha protagonizado entre ese ejercicio y su estilo personal, una terca manera de hacer política.
Esa tensión ha persistido a lo largo de la campaña y ahora mismo es tema de columnas y de comentarios en X: ¿Es Xóchitl candidata de los partidos o de los ciudadanos?
Al releer el libro, hablar de su contenido en conversaciones periodísticas y en presentaciones como ésta, he acuñado tres ideas, hipótesis, que ahora quiero compartir con ustedes.
Uno. Aunque el libro no llega hasta la campaña, los relatos de su nacimiento, niñez, adolescencia, juventud y de sus trayectorias empresarial, de filántropa, funcionaria, alcaldesa y legisladora, ofrecen elementos para entender por qué Xóchitl es la punta de lanza de este ensayo electoral entre partidocracia y ciudadanos huérfanos de marcas políticas con las que se sientan representados.
¿Funcionó? ¿Hará crecer la intención de votos de los logos que postularon a la abanderada opositora? Esas son las preguntas del 2 de junio.
Dos. Xóchitl Gálvez no es una política convencional. Es mala actriz. Nunca tuvo interés en entrenarse en el lenguaje de las dobles intenciones y mucho menos en el de la simulación de alegría, enojo o fraternidad ahí donde no la hay. Y peor todavía: en su estructura de toma de decisiones la jerarquía del organigrama no lo es todo, porque justamente su liderazgo se alimenta de una capacidad de diálogo horizontal donde lo que importa es resolver los problemas y atendar las causas en su doble acepción: origen y propósito. ¿Estamos preparados para una gobernante a la que le interesa más el acercamiento y la confianza de y con la gente que el infundir temor y admiración? Millones de votantes tendrán la respuesta.
Y tres. Si hubiera que perfilar de qué están hechos los nuevos perfiles políticos femeninos del México de la paridad de género, la violencia feminicida, las madres buscadoras y el cobro de derecho de piso, diría que el de la candidata opositora es un liderazgo en el que coexisten la reivindicación del derecho a ser vulnerables y vulnerarnos pública y colectivamente y la valentía de enfrentar los abusos de poder, independientemente de las fuentes que le dan sustento. ¿Quieren los mexicanos un liderazgo así? Pronto lo sabremos.
Por ahora, agradezco el acompañamiento de cada uno de ustedes, hoy aquí, y en la lectura de esta biografía que intenta contar por qué es Xóchitl la candidata de la boleta presidencial del 2 de junio.