A través del uso de fertilizantes naturales y técnicas mejoradas, el programa Milpa for Life, implementado por Heifer México y financiado por la Fundación John Deere, en Campeche y Yucatán, decenas de agricultores mayas han logrado duplicar su producción de maíz.
Hasta hace dos años, la producción milpera promedio de José Eliseo alcanzaba unos 580 kilos de maíz por hectárea. Actualmente, tanto él como otros productores rurales mayas de la comunidad de Colonia Yucatán, en el municipio de Tizimín, cosechan poco más de una tonelada por hectárea.
Heifer México, una agencia de desarrollo que lucha contra el hambre, capacita a productoras y productores del campo para incorporar técnicas mejoradas de manejo animal y de cultivo sostenible que permitan aumentar los rendimientos de la milpa y como resultado de esto garantizar el sustento alimentario familiar y la obtención de un ingreso extra con la venta o intercambio de los excedentes.
“Con la capacitación que recibimos hemos logrado incrementar nuestro cultivo de 580 kg a más de una tonelada de maíz por hectárea. Y sentimos los beneficios tanto para los cultivos como para los animales”, dijo José, de 35 años, padre de tres niños pequeños.
“Aumentar nuestra producción de maíz también significa mejorar la reproducción de nuestro ganado. Aprendí a manejar el campo de una manera que ayuda a ambos”, añade José Eliseo, quien forma parte de las más de dos mil familias campesinas beneficiadas por el programa Milpa for Life.
Para Heifer México , el programa es particularmente importante en México, pues la población rural representa aproximadamente dos tercios de la población que vive en extrema pobreza en el país, que a su vez está principalmente representada por comunidades de pueblos originarios: seis de cada 10 habitantes indígenas del país son extremadamente pobres.
Impacto en las mujeres
En la misma comunidad, Hilaria Poot Dzul, una campesina de 37 años, a menudo luchaba por cultivar suficiente maíz para alimentar a su familia, pensando siempre en alguna forma que le permitiera preservar las condiciones de la tierra de su parcela, para no agotar su riqueza natural.
Como parte del programa, Hilaria aprendió junto a su familia a producir fertilizantes con los mismos recursos que provienen de la producción de sus alimentos. “De esta manera alimentamos a las plantas, pero también ahorramos dinero al no comprar más (fertilizantes industriales). Fabricamos el fertilizante natural y lo aplicamos al tallo de las plantas, lo que ha dado lugar a mejoras”.
“Solíamos tener que comprarlo y siempre comprábamos menos de lo que necesitábamos porque era muy caro. Ahora podemos ir a la milpa, cosechar el maíz y prepararlo nosotros mismos para dárselo a nuestros hijos. Esa es la mayor diferencia”, destacó Hilaria.
Como mujer en la agricultura, esto es de particular importancia para Hilaria. A pesar de constituir 43% de los trabajadores agrícolas en todo el mundo, las mujeres a menudo carecen de acceso a la capacitación y las herramientas necesarias para mantener la seguridad alimentaria de su familia y hacer crecer sus agronegocios.
Con el apoyo adecuado y un acceso equitativo a los recursos como sus homólogos masculinos, las mujeres podrían alimentar a un grupo adicional de 150 millones de personas, según la Organización para la Agricultura y la Alimentación.
“En la agricultura familiar rural las mujeres participan en actividades productivas, sin embargo, su participación no es suficientemente reconocida y su intervención muchas veces es un trabajo no remunerado y no visto”, afirmó Isabel Ruíz, gerente de capital social de Heifer México.
En México, 14,7 millones de mujeres viven en localidades rurales, representando casi el 23% de todas las mujeres del país y el 12% de la población total de México.
“Heifer reconoce el importante valor de la participación de las mujeres, así como el desafío de fomentar espacios de equidad en diferentes actividades. Estos esfuerzos tienen que ver con la libertad de decidir y actuar por el futuro de ellas mismas, de sus familias y su comunidad”, aseveró.
De acuerdo con Heifer México, hasta la fecha, la intervención directa en apoyo a familias como las de Hilaria y José Eliseo ha resultado en un aumento del 75 por ciento en promedio –de 630 kilos a 1.1 toneladas por hectárea. Durante los tres años del proyecto, las cosechas de todas las comunidades beneficiadas suman más 216 toneladas de maíz nativo.
Cabe señalar que esta mejora en la producción de la milpa también impacta en la salud emocional de su familia que antes era afectada por la ansiedad que sentía al tener que comprar maíz cuando la cosecha no era suficiente para el sustento de su hogar.