Por. Bárbara Lejtik
¿Cayetana qué? ¿Me repite su nombre?
Esto es casi el paraíso. Eso pensó cuando llegó a México aquel ingenioso estafador que se hiciera pasar por un príncipe Italiano y que con sus divertidas argucias obtuviera todo lo que se le antojaba gratis de parte de una sociedad dispuesta a todo con tal de asemejarse a la nobleza europea. La novela de Luis Spota no podría ser más actual, bien nos lo dijo también nuestro premio Nobel, Octavio Paz, en su célebre y poderoso ensayo El laberinto de la soledad: -El imperio de los chingones terminará cuando los agachados dejen de admirarlos, pero mientras tanto ambos bandos colaboran en la destrucción del país-.
Es triste darse cuenta que a los mexicanos nos siguen impresionando con espejos y pedazos de vidrio, no encuentro otra razón por la que el discurso de la aristócrata y noble Marquesa de Casa Fuerte, Cayetana Álvarez de Toledo, haya impactado a quienes la fueron a escuchar en el Festival de las Ideas en Puebla, una iniciativa del Centro Ricardo B. Salinas, el Tío Richie, Ricardo Salinas Pliego, evasor fiscal, deudor de más de cuatrocientos millones de dólares de impuestos y hábil empresario.
“Es fácil identificar a un populista”, aseguró la diputada del Partido Popular de España, mujer que pese tener un título nobiliario fieramente defendido por su padre, tres nacionalidades (española, francesa y argentina); todos los privilegios posibles obtenidos gratuitamente en su condición de mujer noble, rica, blanca y caucásica, señaló haber vivido siempre nadando hacia arriba como los salmones.
En su discurso también señaló al presidente López Obrador por desprestigiar la política en México, asegurando que su objetivo es el poder absoluto mediante la polarización. “El populismo es el atajo de los mediocres” y me pregunto si no se morderá la lengua sabiendo que ella trabajó con el presidente Aznar, pertenece a la ultra derecha y sabe perfectamente de lo que son capaces gobiernos como en el que ella participó, para mantener el poder sin importar a quién se tenga que pisar ni qué fraudes y engaños se tengan que cometer.
Como en el cuento del Gato con botas, el Marqués de Carabás logra impresionar a la audiencia, que no solo le aplaude sino que se siente honrada y privilegiada de que alguien como ella descienda al mundo de los mortales a decirnos cómo hacer las cosas.
No tengo absolutamente nada contra España como país, al final de la historia las cosas pasaron como pasaron de una forma injusta para con las civilizaciones mesoamericanas, pero al final es de lo que estamos constituidos. Somos un resultado de la fusión y el sincretismo de dos culturas, pero lo que tal vez hayan olvidado algunos es que México como nación se independizó y dejó de ser colonia española hace más de dos siglos y que somos un país soberano. Gran parte de la población somos mestizos, en primera o varias generaciones, muchos de nuestros antepasados llegaron a nuestro continente y a nuestro país huyendo de guerras y buscando oportunidades para vivir y trabajar honradamente. La mayoría se integraron a la sociedad trabajando y colaborando económica, cultural y socialmente, no por medio de la violencia, la sumisión y la sangre. Ser blanco o tener apellidos extranjeros es solo una cuestión de suerte, un accidente genético y un tema de geografía. Ningún color de piel hace a las personas mejores ni peores y, mucho menos, garantiza supremacía, inteligencia y derecho al poder. Se le olvida a esta señora y a quienes hicieron el favor de invitarla a decirnos cómo hacer las cosas, que los mexicanos hemos padecido una cruenta lucha por reconocer nuestra identidad y nuestros derechos.
Mucho llama mi atención la aversión que tienen ciertos sectores de la sociedad a la opinión extranjera cuando ésta viene de una persona indígena, como en el caso de Evo Morales y la idolatría que muchos siguen teniendo frente a quien ostenta la supremacía de su supuestamente raza superior y de su noble linaje, como si eso la hiciera mejor y por consiguiente a sus simpatizantes semejantes a ella y sus aliados.
La colonización en América y en este caso en México, ya pasó, costó millones de vidas y la destrucción completa de gloriosas civilizaciones. Fuimos masacrados, sometidos, esclavizados y condicionados a ser casi para siempre humanos de segunda como para que volvamos a permitir que esto ocurra de nuevo, para que entreguemos sin resistencia nuestra soberanía y permitamos a quienes creen que pueden hacerlo, volver a mandarnos a la banca y gobernarnos enriqueciéndose de nuestro trabajo a cambio de saludos desde sus carruajes y convenciéndonos que eso es lo que más nos conviene.
No hay tanta diferencia entre los partidos en el tema del populismo, todos benefician a un sector de la sociedad, también la evasión de impuestos, las concesiones y las objeciones en el cumplimiento de la ley y de los deberes ciudadanos pueden ser vistos como “apoyos sociales” para el sector que los recibe, mucho más nobles que la ayuda a los sectores más desfavorecidos, acusar al otro de flojo y atenido es un chiste cruel decir: “No le regales pescado enséñale a pescar”, cuando no sabes cuándo fue la última vez que comió, si tuvo dónde dormir, si sufrió violencia física o sexual la noche anterior es una forma muy obtusa de pensar en el esfuerzo social, juzgar desde el privilegio es no solo inmoral también es absurdo. Solo entendiendo el significado de equidad y justicia podremos empezar a evolucionar como sociedad, pero quién sabe si realmente sea lo que queremos, tal vez preferiríamos siempre bajar la cabeza frente al emperador y soñar en secreto que en otra vida la suerte nos tocará invertida para ser nosotros quienes pongamos el pie en la cabeza del otro.