Por. Paty Betaza
A punto de cerrar el año, el mundo enfrenta una pandemia de feminicidios.
Y es que de acuerdo con Morris Tidball-Binz, Relator Especial sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias y arbitrarias de Naciones Unidas, los Estados incumplen su deber de proteger a las víctimas de violencia de género.
Para darnos una idea de la magnitud de esta tragedia mundial, 89 mil mujeres y niñas fueron asesinadas en todo el mundo durante 2022, según un estudio de ONU Mujeres.
En América Latina una mujer o niña murió de manera violenta cada dos horas.
Y aquí el dato aún más preocupante: la mayoría de los feminicidios se cometieron por miembros de la familia; parejas o exparejas, gente cercana. La violencia feminicida tiene al monstruo en casa.
Honduras es el país con más feminicidios en América Latina, seguido de República Dominicana, El Salvador y Uruguay, de acuerdo con el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe. Cuba, es el país en la región con el menor número de feminicidios.
El feminicidio es la expresión extrema de la desigualdad, discriminación y múltiples formas de violencia.
Ante este panorama, Naciones Unidas propone que los Estados investiguen los feminicidios con perspectiva de género, que identifiquen, documenten y contabilicen cada uno de los lamentables casos. Y todo esto para que se garantice la verdad y la justicia.
La impunidad es la madre de todos los vicios y tragedias. El caso de la joven Debanhi Escobar, ocurrido en Nuevo León y tras varias autopsias, es un ejemplo de la impunidad.