Por. Paty Betaza
Históricamente las mujeres hemos estado sometidas a cumplir con ciertos cánones físicos para ser aceptadas en círculos familiares, sociales, laborales y recientemente mediáticos.
Reglas escritas por el machismo han determinado estereotipos físicos de un supuesto ideal de belleza. Determinado peso, edad y color de piel. Sino se “cumplen” pueden ser motivo de discriminación social y laboral. La llamada gordofobia, por ejemplo, afecta principalmente a las mujeres.
La violencia estética puede desencadenar, de acuerdo con expertos, una autoexigencia que pone en riesgo la salud física y mental de las mujeres. Cumplir con ciertos prototipos físicos, puede llevarlas a modificaciones estéticas riesgosas; sufrir también autolesiones o ataques de ansiedad.
Hace unas semanas la diputada federal Mariela López Sosa propuso una iniciativa para tipificar como violencia estética toda forma de presión familiar, laboral, social y mediática, para que las mujeres cumplan con un prototipo o exigencia de cánones.
En un artículo publicado en la Gaceta de la UNAM, María de Jesús López, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la máxima casa de estudios, considera que la violencia estética es abrumadora. Dice también que hay agentes propagadores, como medios de comunicación, empresas y los hombres, que diseminan el modo supuestamente correcto de cómo las mujeres deben ser o verse.
Hay coincidencias en que la violencia estética, puede incitar también al odio y a las agresiones verbales contra las mujeres.
La violencia estética no es una asunto menor. Por eso también la importancia de que se legisle y se castigue. Datos de la Encuesta Nacional sobre Discriminación, el 51 por ciento de niñas, jóvenes y mujeres dijo haber vivido algún tipo de discriminación por su físico.
La violencia de género se debe atacar desde todos sus frentes. Por lo pronto, hay que hablar de violencia estética y sus consecuencias.