Por Bárbara Lejtik
Hace apenas dos semanas falleció en un accidente de motocicleta el esposo de alguien muy querido por mi familia, tenía 42 años y dejó tres niños huérfanos de padre. Ese mismo día después de enterarme de la noticia un motociclista se impactó con el auto que estaba delante mío, afortunadamente yo venía alerta y alcancé a frenar a tiempo, increíblemente pude ver cómo el conductor de la moto se incorporaba, yo creo que era de hule porque el golpe fue durísimo.
Todos los días en esta jungla urbana nos enfrentamos peatones, automovilistas, motociclistas y ciclistas, el que llegue a su casa sano y salvo por la noche gana la batalla. Sin duda alguna a todos nos ha tocado ser parte de un accidente o presenciarlo de cerca y es que pareciera que creemos que somos inmortales y que la calle nos pertenece, no tomamos conciencia de lo vulnerables que somos quienes no vamos dentro de un automóvil y de lo mortal que puede resultar un golpe en esas condiciones.
Salimos todos los días a jugarnos la vida, ignoramos las señales viales, las necesidades y derechos de los demás, sea lo que sea que manejemos lo utilizamos como un arma en contra de quien tengamos en frente, la ley de la selva, la ley del más fuerte y también del más imprudente, porque nadie quiere morir o quedar discapacitado de por vida en un accidente y mucho menos ser el responsable de una muerte o de lo que significa dejar a una persona lisiada de por vida.
La Solución debería ser muy sencilla, que todos acatáramos los reglamentos de circulación vial que por sentido común son muy fáciles de entender:
Peatones, caminan en la banqueta y atraviesan por la Linea peatonal cuando el semáforo les indique que pueden hacerlo, usan puentes peatonales y no corren entre los coches a la mitad de la vía. Motociclistas, ocupan un carril, rebasan por la izquierda, usan casco y no zigzaguean entre los coches. Ciclistas, usan la ciclovía, no conducen en sentido contrario ni sobre la banqueta, usan casco, chaleco fluorescente en la noche y conocen las formas de indicar que van a dar vuelta, ceden el paso a peatones, esperan el siga en el cubo especial para bicis y motos, y bajo ningún motivo usan audífonos o atienden llamadas mientras conducen. Automovilistas, están pendientes del espejo retrovisor y de los laterales, respetan la ciclovía y el carril ocupado por un motociclista, los límites de velocidad y no se pasan los altos.
Con eso podríamos todos convivir en paz y seguridad en esta selva asfáltica. Si no es suficiente con eso, existe un reglamento vial bastante claro para cada tipo de chofer, se puede consultar sin costo en Internet, es muy fácil de entender y nos evitaría a todos vivir expuestos siempre a un accidente que nos cambie la vida siempre para mal.