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«SALA DE ESPERA» La guerra perdida

Por. Gerardo Galarza

Las patéticas y también escandalosas imágenes en video y en fotografías de habitantes de Chiapas aplaudiendo la entrada de contingentes del Cártel de Sinaloa a sus poblados para “protegerlos” de otro cártel, no deberían llamar a sorpresa: son resultado de muchos años de impunidad y corrupción, de las que ha sido responsable esencialmente el gobierno federal, cualquiera sea.

Es verdad de Perogrullo que el narcotráfico y también el crimen organizado no son fenómenos nuevos en México ni en el mundo. Pero se han desbordado y arrasan con los gobiernos encargados de dar seguridad a los ciudadanos, primaria y esencial obligación de cualquier Estado.

En México la lucha contra el narcotráfico data de varias décadas, aunque comenzó a hacerse muy pública en los años del gobierno de José López Portillo, con la entonces muy famosa Operación Cóndor, en el llamado Triángulo Dorado (en las sierras de Sinaloa, Chiuhuahua y Durango). Y de ahí pal´real, como se dice.

Lo que ocurre ahora ya se nos había advertido de muchas maneras, incluyendo voces de verdaderos capos, quienes sabían y saben lo que estaban haciendo.

Hace casi 13 años y medio (4 de abril de 2010), la revista Proceso publicó una entrevista de su fundador Julio Scherer García con Ismael El Mayo Zambada, uno de los mayores líderes de siempre del Cártel de Sinaloa.

La entrevista fue un escándalo periodístico, público y político porque la revista publicó en su portada una fotografía del capo abrazando a su entrevistador. Seguramente muchos la leyeron, la comentaron, opinaron, dictaminaron, pero muy pocos la entendieron… como frecuentemente ocurre en México.

El Mayo aseveró entonces que el gobierno tenía perdida la guerra contra el narcotráfico. Scherer García repreguntó:

“-¿Por qué perdida?

“-El narco está en la sociedad, arraigado como la corrupción.”- respondió el entrevistado.

Zambada también dijo que su captura o la de otros líderes del narcotráfico de nada le sirvirían al gobierno, porque “al cabo de los días vamos sabiendo que nada cambió”.

“-¿Nada, caído el capo?

“-El problema del narco envuelve a millones. ¿Cómo dominarlos? En cuanto a los capos, encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí”, reflexionó Zambada.

Y vaya que El Mayo tenía y tiene la razón: el narcotráfico contaba ya en ese entonces y ha ampliado su base social, incluidos los consumidores, que lo protege y lo defiende. Y resultó mejor analista social y político que la mayoría de los miembros de la comentocracia nacional, quienes opinaron y “analizaron” aquella fotografía de portada.

Ahí están Chiapas, Michoacán, Guerrero, Jalisco, Sinaloa, Morelos, Baja California, Tamaulipas, Veracruz… y los que usted quiera, en donde controlan y mandan en amplias zonas, aun cuando el presidente de la República lo minimice y hable de hechos aislados. Sin contar otros fenómenos del crimen organizado como el huachicol, los secuestros, las extorsiones, la existencia de grupos paramilitares (antes “autodefensas” o “policías comunitarias” del “pueblo bueno”, que se expandieron precisamente en el 2013) y la trata de migrantes.

Ya se sabe que el actual gobierno federal no hará más en contra de las actividades ilegales del narcotráfico y crimen organizado.

Por ello, urge que las “coordinadoras” presidenciales expliquen a sus probables votantes qué estrategia tendrán, qué harán frente a este gravísimo problema que enfrenta Estado mexicano (los otros dos del mismo nivel se llaman salud y educación), en lugar de sus buscapiés y fuegos de artificio electorales. A ellos se va a enfrentar quien gane o ¿seguirán los abrazos?

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