Por. Bárbara Lejtik
Paso a pasito, las mujeres hemos avanzado por un camino lleno de piedras con las que nos hicimos una fortaleza y baches en los que cimentamos nuestra fe en nosotras mismas. No ha sido de ninguna forma una independencia ni una revolución, tampoco un golpe de Estado, las mujeres hemos ganado territorio, no conquistando sino convenciendo, demostrando, esperando, aguantando y volviendo a intentar una y otra vez, millones de veces, millones de luchas. No acudimos a la división, no pensamos nunca en prescindir de los hombres ni en subordinarlos, no hemos querido nunca que se quiten de nuestro camino ni que sean nuestros sumisos súbditos. Las mujeres hemos buscado unidad, en un principio inclusión, ahora reconocimiento, respeto y confianza en nuestra capacidad. Las mujeres queremos integración y armonía, un trabajo conjunto en el que nuestra lucha valga, nuestro talento sea reconocido y nuestra fortaleza no nos haga competir sino completar.
Por primera vez en la historia estamos frente a la posibilidad de tener a la primera mujer presidente de México y es ahora cuando después de siglos nuestra voz será verdaderamente escuchada, al menos eso esperamos. Somos ahora un grito y esperamos llegar a un receptor real, a alguien sorora y solidaria que entienda nuestras demandas y necesidades; que nos garantice una justicia social, una equidad en la sociedad, a la que siempre hemos pertenecido como apoyo y en la que merecemos vivir también como protagonistas.
¿Qué esperamos las mujeres de la futura presidente de México?
¿Qué esperas tú y qué espero yo? ¿Qué esperan nuestras hijas? ¿Qué hubiesen querido las que ya no están?
Es el momento de soñar en grande, de exigir, de aportar.
Con todas nuestras diferencias creo que todas queremos lo mismo, queremos seguridad, queremos apoyo y reconocimiento; queremos igualdad de oportunidades y de privilegios, equidad en el trabajo, apoyo en nuestras casas, protección en las calles; queremos ir a trabajar en lo que nos gusta y dejar a nuestros hijos seguros en estancias capacitadas para su cuidado; queremos regresar del trabajo o la escuela seguras y libres; queremos medicamentos y atención para nuestras enfermedades y padecimientos; queremos apoyo profesional y amoroso en el cuidado de nuestros ancianos; queremos una vida libre de violencia, queremos justicia y castigo para los abusadores y queremos prevención y educación para que ya no tengamos que pedir penas más severas; queremos ser vistas como una parte igual a la que representan los hombres en la sociedad, valiosas y necesarias, no ser material de deseos carnales, de abuso y sumisión. Estamos aquí para colaborar en el crecimiento de nuestra nación, no para competir ni para servir de tapetes. Queremos, nos urge ser ciudadanas de primera; seguir siendo madres, parejas, alumnas, pero tener también las oportunidades de llegar hasta donde queramos llegar. Queremos trabajar, correr, cantar, componer, viajar, enseñar, escribir, construir, inventar, sanar, gobernar, investigar, decidir.
Queremos a una mujer presidente porque ya es hora, porque somos esa parte de la historia que siempre está allí incondicionalmente y que también quiere participar y ser reconocida.
Queremos que nuestros hombres participen también del trabajo del hogar y el cuidado de los hijos, porque estamos seguras que el que cuida algo, lo aprende a querer y esto disminuiría la violencia potencialmente. Tenemos la certeza de que en una agenda igualitaria no habrá exclusión, sino todo lo contrario, integrar nos hace siempre más fuertes, más justos y mejores.
Es hora, primero los pobres, eso ya se dijo; primero las mujeres, primero una sociedad equitativa y de acuerdo a las necesidades de todas y de todos, en la que todos y todas tengamos un espacio, responsabilidades y obligaciones; en la que nuestros esfuerzos sean reconocidos y retribuidos, y nuestras necesidades satisfechas generosamente para que todos y todas sepamos que somos parte, y como tal trabajemos en pro de un país libre y justo.
La moneda está en el aire, las opciones son dos y muy claras, dar continuidad al cambio o volver a la estructura anterior, las dos son válidas y habrá sin duda una fuerte confrontación de ideas. Lo que queramos la mayoría de los mexicanos será lo que gobierne el siguiente sexenio.
Yo por mi parte quiero seguir apostando por una transformación.
Y creo que la unidad y la congruencia es la fórmula y el único camino.