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«ACTOS DE PODER» La dictadura de las encuestas

Por. Fernando Coca

@Fercoca

Desde 2006 no les creemos, pero las seguimos usando para determinar quién nos gobierna y, a pesar de sus sesgos, las presumimos si están alineadas a lo que pensamos, queremos e, incluso, deseamos.

Ese año infausto por el gran fraude electoral, las encuestas determinaron, creo yo, el comportamiento de algunos electores cuando algunas de las empresas demoscópicas nos manifestaban una contienda de tres (López Obrador, Calderón y Madrazo) y otras demostraban, como sucedió al final, que la competencia era entre el exjefe de Gobierno y el panista.

Sucesos que marcaron la diferencia fueron la no asistencia de López Obrador a un debate; la candidatura de Calderón identificado con un panismo muy arraigado y la guerra intestina en el PRI para acabar con Madrazo, además de la guerra sucia en contra del tabasqueño y, por supuesto y, en primer lugar, el fraude operado por Vicente Fox desde la presidencia antes, durante y después de la elección.

Sin embargo, fue en 2012 cuando las encuestas tomaron un protagonismo que llevó a una crisis de credibilidad de los estudios demoscópicos. El 2006 provocó que el trabajo de estas empresas fuera regulado, es decir, tenían la obligación de cómo y cuándo podían publicarse los resultados. Pero el momento más álgido fue cuando se compararon los resultados electorales con los de las encuestas.

Desde el inicio de la contienda se marcó a Enrique Peña Nieto como el ganador de la elección. Andrés Manuel López Obrador siempre acusó que la publicación de los resultados de las encuestas moldeó el pensamiento del elector y lo condicionaron a votar por el priista de Atlacomulco.

Fue en 2012 cuando comenzó a cuestionarse si era válida una encuesta que, a pesar de marcar un favorito a lo largo de la contienda, el resultado final no cambia, pero sí hay una gran discordancia entre el porcentaje obtenido por el segundo lugar del primero no correspondió jamás a lo que marcaban las encuestas. Es decir, el sesgo de los encuestadores a favor de Peña Nieto, en palabras de Andrés Manuel, le quitó valor ético a resultado de los estudios y al que se registró en las urnas.

La afirmación de AMLO fue contundente, las encuestas están “cuchareadas”, en otras palabras, pagadas para generar la percepción de que era inevitable un triunfo del mexiquense.

Hoy, la oposición y la alianza electoral oficialista definirán a sus candidatos por medio de encuestas.

Mal augurio.

Cuando debimos caminar a un proceso más abierto, plural y democrático, nos quedamos con la peor herramienta para definir nuestro futuro.

En la oposición todo está definido, será la senadora Xóchitl Gálvez la candidata.

El problema que detonara una nueva polarización está en los resultados de la encuesta de MORENA. De un lado, como en el 2012, las encuestas pagadas dan como favorita a Claudia Sheinbaum por encima de Marcelo Ebrard, como en el 2012 a Peña Nieto sobre López Obrador.

Y si en el 2006 uno de los factores que hicieron que las encuestas se movieran en contra de AMLO fue la inasistencia a un debate, ahora es la falta de debate lo que “posiciona” a la que no ha presentado ni una sola propuesta para el futuro del país.

Mal debe irle a una democracia que, en lugar de elecciones primarias, con debates, con el contraste de las ideas, se decide por unos cuantos quiénes serán los gobernantes de los próximos seis años en México.

La Letrina. Nunca he visto ninguna encuesta de MORENA. No conozco a nadie de las haya visto. La encuesta en la alianza gobernante da señas de estar cuchareada repitiendo las trampas de la derecha en el 2006 y el 2012.

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