Por. Marissa Rivera
Al presidente no le bastó simular una competencia interna entre morenistas y sus rémoras, en la que él será quien decida.
También eligió a la candidata de esa oposición de la que siempre se ha burlado y menospreciado.
En su afán de denostarla, se puso los guantes contra ella. Y Xóchitl, que buscaba cobre, encontró oro.
Evitar que entrara a Palacio Nacional, incluso, a pesar de que lo ordenó un juez, provocó que Gálvez que aspiraba a la candidatura para la Ciudad de México, decidiera buscar la Presidencia de la República.
El impresionante apoyo que recibió, luego del rechazo presidencial, le dio armas para posicionarse e irrumpir en el escenario.
Desde entonces ha sido objeto de burlas, señalamientos y críticas por parte de las corcholatas, de los amigos moneros del presidente, de las plumas afines a él, de sus fans con micrófono que van a la mañanera, de las huestes morenistas y por supuesto del presidente.
¿Qué pasó? ¿Por qué tanta ira contra ella? ¿Movió las corcholatas del tablero?
Lo que es un hecho es que Xóchitl le sacudió el tapete al presidente y no hay un día en el que no hable mal de ella. Situación que la senadora ha capitalizado para estar diario en los medios sin necesidad de hacer campaña como las corcholatas.
Por ejemplo, en el enésimo festejo presidencial por el triunfo del 2018, en lugar de una celebración se convirtió en un rosario de lamentos y críticas contra la senadora Gálvez y la oposición.
Irritado, el presidente acusó a Claudio X González de estar detrás de Xóchitl.
Lo que al presidente le molesta más allá de los apoyos políticos, sociales y empresariales que está sumando la senadora y, del atractivo que puede seguir generando entre los ciudadanos, es que ninguna de las seis corcholatas, es más, ni juntas, le llegan al carisma de la disruptora Xóchitl.
Desparpajada, indígena, entrona, ingeniera, sonriente, mal hablada, cruzazulina y sin complejos, tiene el carácter para recibir todas las maldiciones del régimen, sacudírselas y seguir adelante.
No hay ninguna barda con su nombre, mucho menos espectaculares. Tampoco ha recorrido el país y ya tiene más simpatizantes que varias de las corcholatas. Y eso les molesta, les asusta.
Xóchitl no ha ganado nada, simplemente ha sido un respiro de una oposición que estaba echada. Es una opción que atrae, pero primero debe competir con personalidades del Frente Amplio Por México, quizá sin tanto carisma, pero con mucho que ofrecer. Tendrá que que sortear el fuego amigo.
También, debe entender que ésta no es una carrera de 5 kilómetros, esto en un maratón en el que hay que prepararse, reservarse, controlarse y no desbocarse, para llegar fuerte y no desfalleciendo.
En Palacio están nerviosos, no es para menos. La boca del presidente, que no es bodega, impulsó a una candidata de la oposición que no estaba interesada.
Mientras las corcholatas siguen con sus faramallas, el presidente está en un dilema: ¿se aferrará a la adusta Claudia? O cederá a la advertencia de Marcelo de romper con Morena si hay una chicanada.