Por. Fernando Coca
Hace 36 años el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas solicitaba la dirigencia nacional del PRI emitir su convocatoria para elegir al candidato presidencial del tricolor.
Algo muy parecido a lo que hoy pide Marcelo Ebrard: abrir la contienda con reglas claras, piso parejo entre los aspirantes y la realización de debates para saber qué piensan quienes quieren suceder al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Cuando Cárdenas y los miembros de la Corriente Democrática comenzaron a plantear con mayor fuerza la demanda de tener un proceso interno claro y en el que la militancia se manifestara, Jorge de la Vega Domínguez, presidente del CEN priista, ordenó que ni el ingeniero ni Porfirio Muñoz Ledo hablaran en nombre del partido, ni como militantes. Hoy, Mario Delgado le quiere poner bozal a los aspirantes bajo el argumento de que las reglas estarán después del 4 de junio y exige que “no se calienten”.
A diferencia de lo que Mario Delgado no quiere hacer. En la segunda quincena de agosto de 1987, los aspirantes Carlos Salinas de Gortari, Miguel González Avelar Manuel Barttlet Díaz, Ramón Aguirre y Sergio García Ramírez comparecieron ante los dirigentes partidistas para expresar sus proyectos en caso de ser nominados. Bueno, esas comparecencias se transmitieron en los canales de Televisa (2 y 5), después de sus transmisiones habituales. Mario Delgado le da largas al debate entre Adán Augusto López, Claudia Sheinbaum, Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard, promotor de los encuentros.
A Cuauhtémoc Cárdenas le negaron el registro en el PRI, se conformó el Frente Democrático Nacional y el 6 de julio de 1988, hubo un gran fraude electoral en México.
Años después, en 2005, el ala conservadora de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, junto con el presidente Vicente Fox armaron un caso jurídico para llevar al desafuero a Andrés Manuel López Obrador.
El pretexto era un predio en Santa Fe denominado El Encino que había tenido muchas disputas legales, entre ellas expropiaciones, pero que la corrupción dentro del poder judicial permitió que el caso llegara a la Corte.
En el 2004, a pesar de que la Corte había detenido los procesos judiciales, la Procuraduría General de la República envió a la Cámara de Diputados una solicitud de desafuero en contra del jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador.
Al final, la mayoría de los diputados votaron por desaforar a AMLO. La voz de un priista llamó la atención el día del desafuero, Roberto Campa, quien advirtió que el proceso en contra de Andrés Manuel estaba originado “no porque López Obrador sea un delincuente, sino que es un candidato peligroso que nos va a ganar”. Como en el 88, los poderes fácticos se unieron para evitar el triunfo de AMLO en las urnas, lo que consiguieron mediante un fraude electoral operado desde Los Pinos antes, durante y después del proceso electoral.
A Marcelo Ebrard le están tendiendo una trampa similar a la que le pusieron a López Obrador. Desde la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, grupos de despachos jurídicos cercanos a la fiscal Ernestina Godoy y a la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum preparan denuncias que serán presentadas ante la Fiscalía General de la República, comandada por Alejandro Gertz, usando como pretexto el desplome de la Línea 12 del Metro ocurrido el 3 de mayo de 2021, nueve años después de que Ebrard dejó el cargo.
La fiscalía de la ciudad sólo ha seguido la línea de investigación dictada desde Estados Unidos publicada por The New York Times en la que se asegura que la falta de pernos fue la causa del desplome. La fiscalía de Godoy ha dejado fuera de sus líneas de investigación todo lo que los expertos han asegurado que provocó el desplome: sobrecarga de 9 mil toneladas en el viaducto elevado, mala operación, deficiente supervisión de las estructuras y la falta de mantenimiento.
La persecución política y judicial que se fragua en el Palacio del Ayuntamiento, revelada por el periodista Claudio Ochoa hace dos semanas, en contra de Ebrard no fue desmentida ni aclarada por la autoridad capitalina. El que calla, otorga.
La historia se repite con las agresiones contra el candidato que las nomenclaturas no quieren que llegue. No es la base la que se opone ni la sociedad la que frena los impulsos que, en su momento, presentaron Cárdenas y López Obrador, son los privilegiados que hoy gozan de una lucha de varias generaciones y que, enquistados en el poder, traicionan la tradición por la democracia emprendida por el michoacano y el tabasqueño.