Por. Boris Berenzon Gorn
A Santiago Berenzon y Mateo Báez, quienes me enseñan a
cuidar nuestro planeta.
“Si realmente crees que el medio ambiente
es menos importante que la economía,
intenta aguantar la respiración mientras
cuentas tu dinero.”
Guy R. McPherson
Parece increíble que en nuestros días los efectos del cambio climático, la urgencia global que este representa y sus posibles consecuencias a futuro, sean dejados de lado e incluso puestos en duda a consecuencia de situaciones políticas a nivel global. Muchos de los principales promotores del derecho internacional y los derechos humanos, paradójicamente, han pasado por alto la solución al cambio climático, como si se tratara de una suerte de panfleto que no tiene efecto en la vida real. Por desgracia, el cambio climático sigue avanzando y ante el desconocimiento de ciertos gobiernos y la falta de información con la que cuenta la población al respecto, el problema se agudiza y lo que se hace para su contención sigue siendo insuficiente.
Vale la pena examinar la relación de los seres humanos y la naturaleza como un tema de larga duración que se ha incrementado en el capitalismo por razones propias del patrón dinero. Sin embargo, la magnífica arqueóloga mexicana, Linda Manzanilla se preguntaba sobre el deterioro ambiental en 1992: ¿Y si el desastre comenzó en Teotihuacan?: Sume la reflexión de Manzanilla Naim para meditar desde muchas latitudes en el “TiempoEspacio”: sin por ello dejar de quitarle el peso a la colonización y a los valores destructores de nuestro “Sistema Mundo”.
Entender el cambio climático significa reconocer cuáles son sus aspectos y evidencias, y actuar en consecuencia, no sólo en la generación de energías renovables, en la creación de políticas públicas de protección al medio ambiente y en la construcción de campañas de comunicación más efectivas, sino también en la modificación de las prácticas educativas y culturales que en todos los niveles pueden contribuir a crear un ambiente mucho más sostenible. No se trata de renunciar al “desarrollo”, sino de que este sea sostenible y equitativo, que sea amable con el medio ambiente y que pueda reducir el rezago y la marginación de quienes históricamente no han estado contemplados en el crecimiento.
En las últimas décadas se ha registrado un aumento de la temperatura a nivel global. Las temperaturas que la Tierra registraba han aumentado de manera significativa a consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero. La concentración de estos gases, en especial del CO2, se relaciona directamente con la actividad humana, como la quema de combustibles fósiles y la deforestación. El análisis de muestras de hielo ha probado un aumento en la concentración de estos gases en todo el mundo, tanto a nivel atmosférico como terrestre. Además, el cambio climático ha modificado diversos ciclos naturales, como el del carbono, el agua y los patrones estacionales.
Otra de las consecuencias graves del cambio climático está en el derretimiento de los glaciares y casquetes polares debido al aumento en las temperaturas y la disminución de la capa de hielo en los polos, situación que ha favorecido el aumento constante del nivel del mar, según lo muestran imágenes satelitales y mediciones del terreno. El cambio climático afecta a las especies que viven en las zonas polares desde hace varios años, quienes han comenzado a desplazarse en busca de tierra firme hacia el sur. Es muy probable que no todas las especies logren adaptarse y que, si el problema persiste, las transformaciones puedan llevarlas a la extinción.
Y es que el aumento en la temperatura ha dado lugar a alteraciones en los patrones climáticos, incluyendo modificaciones en las precipitaciones, sequías cada vez más intensas y un aumento en la frecuencia de los eventos climáticos extremos. Datos climáticos y estudios científicos han documentado cambios significativos en estos eventos en todas partes del mundo, lo que además tiene un efecto inmediato en los ecosistemas. Otro resultado preocupante y relacionado es la acidificación de los océanos a consecuencia de las emisiones de dióxido de carbono, lo cual incide directamente en los ecosistemas marinos y las especies que dependen de ellos.
En todo el mundo, el cambio climático es un factor de riesgo para la pérdida de la biodiversidad. Resulta preocupante la negativa de los gobiernos ante la extinción masiva que estamos viviendo. Las personas que niegan el cambio climático tienden a insistir en que las extinciones masivas no han sido un evento extraño en la Tierra. Sin embargo, es un hecho que la rápida modificación de los ecosistemas y las transformaciones ambientales provocadas por la actividad humana tienen un impacto inmediato en cómo se adaptan las especies, las cuales, como sabemos, necesitan mucho más tiempo para alcanzar una sinergia completa con sus ecosistemas. Esto no se resuelve en unas pocas generaciones.
El cambio climático ha modificado numerosos ecosistemas terrestres y acuáticos. Las mediciones satelitales muestran un creciente proceso de desertificación, es decir, la expansión de las áreas áridas y la desecación de ríos y lagos. Como se puede apreciar en imágenes que comparan las mismas zonas en momentos diferentes del tiempo, han reducido su tamaño e incluso desaparecido por completo. Lo mismo ocurre con los ecosistemas marinos, donde se han perdido arrecifes de coral, plancton y diversas especies marinas. Los hábitats costeros y las actividades económicas que dependen de ellos están en riesgo.
Es un error pensar que el cambio climático afecta únicamente a las zonas lejanas a la población humana. Tiene un efecto directo en la agricultura debido a los cambios en los patrones de lluvia y la proliferación de plagas y enfermedades. El aumento de las temperaturas desafía la resistencia de las plantas cultivadas, y esto no siempre puede paliarse mediante la ingeniería genética, disciplina que está enfrentando numerosos retos debido a las transformaciones del clima. De hecho, es una preocupación global que la disminución de la productividad agrícola ponga en riesgo la seguridad alimentaria mundial a largo plazo.
Otros efectos sociales se relacionan con la migración por motivos climáticos. Las sequías, la escasez de recursos y los desastres naturales constantes, entre otros factores, llevan a las comunidades enteras a buscar nuevos espacios para habitar. Los desplazamientos debido a cambios climáticos suelen tener efectos negativos en las condiciones de vida de las poblaciones, especialmente aquellas que se encuentran en situaciones vulnerables y que dependen directamente de la producción, como las comunidades pobres, los pueblos originarios y países en desarrollo.
El cambio climático tiene un efecto directo en la escasez del agua y su calidad, debido al derretimiento de las fuentes de agua, así como a los cambios en los patrones de precipitación. Los recursos hídricos están disminuyendo, la desertificación y las sequías constantes han ocasionado que el problema se intensifique. Con la escasez del agua se desata un efecto en cadena, pues no sólo los seres humanos dependemos de ella, prácticamente todos los organismos vivientes la requieren, por lo que la crisis hídrica impacta la crianza de animales, el equilibrio en los ecosistemas y el acceso de las personas a ambientes saludables. Además, nuestra relación con los ecosistemas es mucho más estrecha de lo que podríamos pensar. Existen los llamados servicios ecosistémicos que los ecosistemas aportan a la humanidad, entre ellos está la producción hídrica, el suelo y sus nutrientes, la polinización, la protección contra desastres, la regulación de los climas, los recursos que nos proveen, entre otros aspectos. A medida que el cambio climático avanza, estos servicios se van perdiendo.
Diversas organizaciones luchan contra el cambio climático en todo el mundo, como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) y la Organización de las Naciones Unidas a través de diversos programas y agencias, como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD). Asimismo, contamos con el Acuerdo de París adoptado en 2015 para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2 °C, y con la iniciativa C40, una red global de ciudades comprometidas con la lucha. A esto se suman organismos no gubernamentales, expertos, activistas y científicos.
Pero todas las personas podemos luchar contra el cambio climático. Algunas acciones simples pueden ser la pieza clave: el ahorro de agua y de energía eléctrica en el hogar, así como optar por energías renovables siempre que sea posible; reducir los residuos y reciclar; optar por medios de transporte más sostenibles, como caminar, andar en bicicleta o utilizar el transporte público; la alimentación sostenible, consumir alimentos locales y de temporada y, sobre todo, evitar el desperdicio de alimentos; promover el ahorro de papel, plantar árboles y cuidar espacios verdes en casa y en las zonas públicas cercanas. Y, claro está, mantenerse informados y participar en acciones colectivas comunitarias. Que todos contribuyamos a reducir la huella de carbono y tener un estilo de vida más sostenible es benéfico para la humanidad presente y futura. Es fundamental pensar el cambio climático rumbo a la Agenda 2030 y la construcción de una cultura de y para la paz.
Manchamanteles
Verde que te quiero verde, cantaba García Lorca y Alfonsina Storni clama:
Vamos hacia los árboles… el sueño
Se hará en nosotros por virtud celeste.
Vamos hacia los árboles; la noche
Nos será blanda, la tristeza leve.
Vamos hacia los árboles, el alma
Adormecida de perfume agreste.
Pero calla, no hables, sé piadoso;
No despiertes los pájaros que duermen.
Narciso el obsceno
A mi no me afecta el calentamiento global porque siempre tengo calor.