Por. Bárbara Lejtik
Hablar de maternidad es hablar de humanidad, de historia y de existencia de la vida.
La única razón por la que estamos en este planeta es por la maternidad.
No es un asunto de género ni tampoco es que todas las mujeres deban ser madres, la maternidad es un trabajo, una responsabilidad vitalicia y un destino de vida para las mujeres que deciden ejercerla. Desde el embarazo y todo lo que conlleva el hecho de prestar nuestro cuerpo para generar vida y poner a disposición del nuevo ser nuestra salud y organismo, hasta la crianza, educación y protección que desde el primer día hasta el último de nuestras vidas, daremos a nuestros hijos.
Sin duda, es una labor hermosa, la más bella de todas diría yo, llena de satisfacciones y momentos que superan lo imaginable, el amor a los hijos es no sólo absoluto e incondicional, es sublime e incomparable con ningún otro.
No existe, sin embargo, ningún manual que nos enseñe a ser madres, cada día es una improvisación, una prueba y error, y una aventura con base en lo que vivimos nosotras mismas y a lo que nuestro instinto obedece.
Por ello, resulta paradójico que las mujeres reciban tan poco reconocimiento y en muchísimas ocasiones sean víctimas de violencia y abandono por parte de los padres de sus hijos y la sociedad misma.
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2022 había en México 56 millones de mujeres de 12 años y más, de ellas, 38 millones son madres. El 47 por ciento de las madres están casadas, la quinta parte viven con su pareja en unión libre, 12 por ciento son viudas y 11 por ciento solteras.
Cabe destacar que 48 por ciento de las madres solteras son jefas del hogar.
Queda mucho por resolver en cuestiones de perspectiva de género y justicia social, y mientras nos sigamos negando a entender que la maternidad es el origen de la vida como la conocemos y que sin la participación de las mujeres estaríamos condenados a la extinción absoluta, no vamos a poder entender la importancia de contener, apoyar y agradecer a cada mujer que materna y que contribuye con su amor a perseverar nuestra especie.