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«CUARTO PISO» Aprender a perder

Por. Marissa Rivera

Saber jugar es saber perder.

Pero al presidente no le gusta perder, es más, no sabe perder.

Y lo ha demostrado, siempre, al menos durante más de 18 años.

Los niños cuando juegan y pierden, algunos, muestran su baja tolerancia a la frustración.

Los niños, pero al presidente las derrotas lo frustran.

Odia la incomodidad, la negativa, el rechazo, la contra, los señalamientos y lo peor de todo, que lo exhiban, que lo muestren tal como es y que reproduzcan sus equivocaciones.

Ese es el problema de quien cree que no se equivoca, pero lo hace de manera permanente.

El psicólogo Albert Ellis lo califica como “creencias irracionales”, una especie de aceptar y entender la prueba/error. Pero para el presidente no hay manera de admitir un error.

El problema es que los comete con frecuencia.

Su enojo más reciente fue el rechazo de la Suprema Corte al llamado Plan B de la Reforma Electoral.

No lo superó.

El proceso legislativo encabezado por su partido y sus remoras, fue un arsenal de atropellos con la finalidad de darle gusto al presidente.

La Suprema Corte hizo su trabajo, jamás legisló. Aceptó las demandas de quienes se sintieron avasallados y debatió sobre sus principales demandas que, en términos judiciales, se reduce a un simple: esencial: no se respetó “el debido proceso legislativo”.

La aprobación de esa reforma es la punta de lanza de muchos de los atropellos parlamentarios que ha hecho la mayoría legislativa afín al gobierno: arrollar a la oposición.

Ni siquiera en los tiempos que gobernó el PAN, ocurrió tal desaseo.

En el 2006, la llamada “Ley Televisa” se aprobó por unanimidad (todas las fracciones representadas en Congreso, todas, incluso la oposición, votaron a favor).

Sin embargo, hubo debate, foros, parlamento abierto, horas y horas de debate, principalmente en el Senado.

La oposición hizo miles de reservas y se permitió la discusión, sin éxito, pero para que todas se desahogaran.

La oposición entonces encabezada por el PRD luchó, peleó en tribuna, no se rajó, agotó las instancias.

Tan fue así, que llegó a la Suprema Corte y los ministros le dieron la razón a la minoría opositora y declararon inconstitucional, partes de la entonces llamada “Ley Televisa”.

Hoy, esta administración que antes fue una oposición de lucha, hoy, no permitió nada. Llevaban prisa. Les urgía. No había manera de perder tiempos inocuos en procesos legislativos.

Ignoraron a la oposición, no les importaron sus reclamos. Pero se toparon un con dique de nueve personas.

Nueve de los 11 ministros que están para eso, para ser un contrapeso de los abusos de uno de los tres poderes que tiene México.

Es una fortuna de tener una división de poderes. Antes lo festejaban, hoy no les gusta. Así son las reglas. Si no les gusta, no jueguen.

Hay que aprender a perder.

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