Por. Saraía Aguilar
Las que si murieron fueron miles de mujeres que vieron cancelados sus tratamientos de enfermedades catastróficas. La niñez abandonada por un gobierno que priorizó acaparar los recursos para sus dádivas y clientelas y la pugna ideológica por sobre sus vidas.
Así, lo terminaron la misma bancada que permitió que el 1 de enero de 2020 desaparecieran de todas las unidades médicas del país los módulos de afiliación al Seguro Popular, debido a las modificaciones a la Ley General de Salud, que tuvieron lugar en noviembre de 2019.
La bancada oficialista, exultante hace tres años señalaba que ahora sí la población desfavorecida tendría acceso a la salud, a pocos meses de la peor crisis sanitaria y la peor catástrofe de mortandad a nivel nacional comenzara, y se tuvieran que reactivar de manera poco clara convenios y recurrir al sistema de sector salud privado, a ese que habían desairado.
No obstante, el empecinamiento siguió. Y mientras nuestros diputados y senadores, así como funcionarios del sector salud, vitoreaban los logros y beneficios del Insabi, a ciencia cierta nunca supimos cómo funcionaba o si es que funcionaba.
Porque de ese Seguro Popular que tanto desdeñaron, sabemos que en 2019 la población afiliada era 10 veces lo que era en 2004 cuando el programa se implementó. Según la información de datos.gob.mx, mientras en 2004 5.2 millones de mexicanos tenían Seguro popular, para 2019 la cifra creció a alrededor de 52 millones de personas. Esta cantidad representa a casi la mitad de la población mexicana. Cuatro de cada diez personas en México tenían Seguro Popular. (Nexos 2020)
La salud no sólo ha sido históricamente un privilegio socioeconómico, sino que también es de hombres. La mayoría de las afiliadas al Seguro Popular eran mujeres que no contaban con IMSS, al trabajar en el hogar o en empleos informales.
Y fue así, que al gobierno “más humanista de la historia” -cualquier cosa que eso signifique-, no le importó terminar con este organismo. Se impuso el sesgo doctrinario, la venganza y, sobre todo, la necesidad de controlar los fondos destinados a salud.
¿Con qué cara los legisladores de Morena se atreven a ver a las miles de familias afectadas por el cierre del Seguro Popular, ahora que se sepulta al Insabi? ¿Cómo se atreven a decir que se está fortaleciendo el IMSS, cuando son millones de recetas sin surtir? Habría que definir fortaleza, pues las cifras oficiales, difundidas en la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador del pasado miércoles, supuestamente para desmentir los datos publicados por Grupo Reforma, confirman que desde el 2018 suman 44 millones 923 mil 349 recetas sin surtir.
Prometieron un sistema como el de Dinamarca. Hoy, suman millones las recetas sin surtir.Y al parecer, la vergüenza tampoco la han surtido nuestros legisladores y mandatario.