Por. Marisa Iglesias
Son las 9:30 de la mañana y en Reforma e Insurgentes la marea rosa sube, sube, sube. Ciclistas, patinadores, skaters, ancianos en sillas de ruedas, niños, mujeres embarazadísimas, perros con dueño. Peatones. Peatones interminables.
De Juárez a Madero, la calle se estrecha y el ánimo se ensancha. La gente corea “¡México, México, México!”. Caminan felices, son dueños de la calle. Y son mexicanos. Hoy particularmente, orgullosos mexicanos. Aún no lo sé en ese momento, pero hoy puedo decir que Reforma fue el calentamiento, Juárez la carrera, Madero el sprint y el Zócalo… El Zócalo, el orgasmo.
Vuelvo al tiempo real. A una cuadra del Zócalo pienso que ni siquiera alcanzaremos a entrar. Pero poco a poco, conquistamos la plancha. Todos cabemos. Avanzamos despacito, sin ver más allá de nuestras narices. Intentamos acercarnos al templete y finalmente, conseguimos un buen lugar al costado izquierdo. Mi amiga Rocío -Rocío Correa, alias “El Poco Hombre”, cortesía del querido Javier Moreno Valle, fundador y director de CNI Canal 40, el verdadero Canal 40- logra trepar un escalón bajo los portales frente al Palacio del Ayuntamiento y registrar desde ahí el lleno total con su celular.
Sobre el muro del edificio donde tienen oficinas diputados de MORENA, cuelga una manta insólita. Dice #GarcíaLunanosetoca. Es tan burda la provocación que la gente se ríe. Al poco rato unos chavos la arrancan desde un balcón. Igualmente burdo es que no se izara la bandera. No hay bandera para los “adversarios”. No hay país para nosotros. Pero nadie reclama nada. La fiesta se lleva en paz.
En el camino, de metro cuadrado en metro cuadrado, encuentro a Javier Lozano, a Pedro Ferriz de Con, a Emilio Álvarez Icaza, a Enrique de la Madrid, a Carlos Alazraki, a Claudio X. González. Todos convertidos en rockstars sudorosos y sonrientes, posando una y otra vez, con quien se los pide.
Puntualmente, a las 11:00 AM comienzan los discursos oficiales. La primera en hablar es la periodista Beatriz Pagés. En un discurso largo y grandilocuente, llena de adjetivos al mentado Plan B de López Obrador. Lo llama inmoral, anticonstitucional, machista y misógino, entre otras cosas. Llama a impedir que se imponga una “dictadura electoral”. Llama a la ciudadanía a “tomar conciencia de nuestro poder”. Llama a la unidad nacional. Y termina con una frase que unos encuentran emotiva y otros encontramos cursi: “Hoy, en esta plaza, empiezan a nacer nuevas flores. Son pétalos que anuncian el amanecer de una nueva era”. ¿Neta? En fin… Cada quien su estilo.
Después se canta el Himno. Se canta hacia afuera, a todo pulmón. Sonoramente, poderosamente, emotivamente. Pero estoy segura que también lo cantamos hacia dentro. En silencio, para cada uno de nosotros, casi como una oración. Cuando termina la última estrofa, estalla una jubilosa ovación. Nos retiramos asoleados y contentos. En orden y recogiendo la basura con La Bikina y El Huapango de Moncayo como fondo musical. Algunas cosas nunca cambian…
El lunes, AMLO llama farsante al exministro Cossío, y ladrones de carteras a Creel, Alito, Maru Campos, Marko Cortés, Rubén Moreira, Francisco Labastida, Fox. “Delincuentes de cuello blanco”, grazna. Y por supuesto que no llegamos ni a 100 mil. Que nos falta mucho. Que él ha llenado 60 veces el Zócalo. Etcétera, etcétera, etcétera… ¿Qué decir? Pues que cada quien a lo suyo. Él, a confrontar, a polarizar, a destruir. La ciudadanía, venturosamente, de aquí en adelante a construir. Que así sea.