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«SALA DE ESPERA» ¿Qué sigue?

Por. Gerardo Galarza

Aunque ahora sólo ejerzo el periodismo de opinión, recurro a las reglas del oficio periodístico reporteril que imponen que hay que empezar por el principio, por la “entrada” decíamos hace algunos o muchos años.

Vamos, entonces: la del domingo 26 de febrero del 2023 ha sido la manifestación popular (sin acarreo alguno) más numerosa en la historia política moderna de México. Así.

Esta manifestación, ocurrida no sólo en el Zócalo de la Ciudad de México, sino también replicada en otro centenar de plazas del país y de una docena de ciudades en el extranjero, ha superado a las manifestaciones del 13 de noviembre pasado y a la Marcha contra de Inseguridad en el 2008.

Dos de ellas tienen un referente común, aunque no les guste a muchos: han sido en contra del gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador; la otra contra un gobierno de su propio grupo político. Esa es la nota, la nota histórica, más allá de las cifras de asistentes que cada uno, según su conveniencia, quiera atribuir. El espacio físico, el Zócalo, ahí está y ahí seguirá inamovible.

Las cifras son lo de menos. No caben más de los que caben. Y la de antier ha sido la mayor manifestación en la historia moderna de la Ciudad de México.

Por su trabajo como reportero -22 años en la revista Proceso, de 1978 al 2000-, el escribidor cree saber de lo que escribe. “Cubrió” cientos de manifestaciones político-populares desde los años 80 del siglo pasado; quizás las primeras fueron las de la COCEI (¿alguien recuerda esas siglas de la Coalición Obrera, Campesina, Estudiantil de Istmo de Oaxaca?) en Juchitán y, entre muchas otras, las más recientes del navismo en San Luis Potosí entre 1991-92, pasando por decenas de las en el país y en las fechas, como las convocadas y encabezadas por Cuauhtémoc Cárdenas y Manuel J. Clouthier, 1988. Y otras más donde el protagonista y “beneficiario” fue quien hoy ocupa la presidencia de la República.

En ese 1988, en julio, el escribidor creyó ver las mayores manifestaciones populares, no en el Zócalo insuficiente, sino en el centro de la Ciudad de México con esos mítines poselectorales de Cárdenas y Clouthier contra los resultados de las elecciones de la Comisión Federal Electoral, presidida por el secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz, hoy director de otra CFE, la de electricidad.

Pero todavía había, hay y seguramente habrá mucho por ver.

Y entonces el señor López Obrador tiene razón en que ha hecho historia: nadie en este país ha provocado tales expresiones de repudio popular, por lo menos en lo numeroso.

La manifestaciones del domingo, pacíficas, sin siquiera un vidrio roto, respetuosas de los derechos de los demás ciudadanos, tuvieron un gran motivo: defender la todavía incipiente democracia, defender la lucha de muchos de cientos de miles de mexicanos por lograr el respeto a su voto, defender a la institución autónoma que ellos crearon y que cumple con el mandato de respetar y hacer respetar la voluntad popular: el INE.

Hoy, el futuro de México ya es presente; el 2024 ya está aquí.

Los partidos de presunta oposición deberán de entender que hoy su función es la ser simples vías legales para que la ciudadanía los use. No tienen otra opción real de sobrevivencia; la otra es que le hagan el juego al gobierno.

Ojalá lo tengamos claro. La del domingo sólo fue una gran demostración demócrata. El Plan B y el asalto (con los nuevos consejeros) del gobierno federal al INE siguen vigentes y actuantes. En una de esas la Suprema Corte de Justicia valida las reformas. ¿Qué sigue? Hoy no es el fin, es apenas comienzo de esta nueva lucha ciudadana.

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