«DOLCE ÁLTER EGO» Entretiempos - Mujer es Más -

«DOLCE ÁLTER EGO» Entretiempos

Foto: Pixabay

Por. Gilda Melgar

Los de mi generación crecimos con el dicho de “febrero loco y marzo otro poco”, en alusión a esta época del año que no termina de “ser o estar” en cuanto al clima. En la Ciudad de México amanecemos con una temperatura de 8 grados y hacia las 2 o 3 de la tarde padecemos el calor de unos 28.

A la transición entre una estación y otra, la industria de la moda le llama “Entretiempo”, especialmente al trance entre el invierno y la primavera, cuando las masas de aire procedentes del norte y sur del continente luchan entre sí produciendo ráfagas de viento más intensas. Es por ello que los estilistas recomiendan vestirse “en capas”, cual cebolla, con el objeto de “desvestirse” a lo largo del día.

A mí los “entretiempos” me fascinan. Hallo en ellos aires de nostalgia, misterio y hasta romanticismo. El 14 de febrero se celebra así, entre el frío y el calor, justo como los vaivenes del amor.

Por un lado, he dejado atrás la añoranza de las fiestas de fin de año. Por el otro, siento urgencia por la llegada de la primavera; al observar el incipiente florecimiento de las jacarandas y la oferta de piñas jugosas en los mercados, me entusiasma la idea de ofrecer –un año más– mi “comida de primavera”, la cual consta de ensaladas con vegetales de temporada, rollos de sushi y cortes de carne.

Sin embargo, el frío de la madrugada aún se cuela por la ventana. Por ello, una parte de mí sigue en modo invierno. Los perfumes a base de vainilla, haba tonka y rosas almibaradas sobre mi mesita de noche son testigos, al igual que la chamarra negra con hilos por fuera que debí cambiar aprovechando las ofertas de enero.

Además de nostalgia o incertidumbre, los entretiempos traen consigo noticias trágicas, como la ola de incendios devastadores en Chile que, aunque suceden normalmente durante el verano austral, este año han pegado con más fuerza. Por otro lado, en el centro y sur de Estados Unidos se pronostican tormentas invernales, quizás como la última cola del invierno. Entiendo que, en ambos casos, el cambio climático es un factor determinante.

A pesar de que aún nos queda un mes para la llegada del equinoccio de primavera, las tiendas de moda y decoración ya exhiben prendas y objetos con tonos cálidos, como el amarillo y el magenta.

Debía hacer caso a los guías esotéricos, como Eckart Tole, con eso de “El poder del ahora”, pero mi ansiedad me lleva irremediablemente a pensar siempre en el futuro. Así que ahora no hago más que pensar en que se acercan mis estaciones preferidas y en cómo voy a pasar la Semana Santa o las vacaciones del verano.

Pensándolo bien, esto de los “entretiempos” sucede todo el tiempo, a lo largo de nuestras vidas. Por ejemplo, el último mes de un embarazo es un periodo de espera que no tiene nada de idílico, y las lectoras madres no me dejarán mentir. El duelo por una muerte cercana o una separación amorosa debe ser un tiempo doloroso que no se le desea a nadie. Ser amante o pareja de alguien que nos toma como un “compás de espera” es un desperdicio.

A medio febrero lo único que quiero es guardar mi pijama tipo peluche en el cajón hasta diciembre, dejar de sentir frío en los pies a las tres de la mañana y no escuchar la tos recurrente de mi hijo mientras duerme.

Voy al mercado por unas flores que hagan de este “entretiempo” algo más ligero. Llegando a casa voy directo por el jarrón naranja “apaga tu foco” e intento hacer un arreglo de esos que aparecen en la revista Elle Decor. Tomo una foto enfocada en el girasol que sobresale entre las astromelias y pienso: “Todo está a punto de florecer, incluso yo”.

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