Por. Patricia Betaza
El objetivo es desfigurar, mutilar, lastimar, torturar, asesinar o provocar una muerte lenta. Cada año a nivel mundial mil 500 personas, la mayoría mujeres, son atacadas con material corrosivo en al menos 20 países. Ácido sulfúrico, nítrico y clorhídrico son los más utilizados. Es la llamada violencia ácida de la que pocos datos se tienen documentados. El rostro, es el blanco más buscado en el 90 por ciento de los casos.
De acuerdo con la Organización Acid Survivors Trust, estos ataques tienen una marcada huella machista, no sólo porque las víctimas en su mayoría sean mujeres, sino porque buscan dejar una marca indeleble de posesión y porque también en la totalidad de los casos fueron provocados por parejas o exparejas de las víctimas.
Bangladesh, India y Camboya son los países donde ocurre un gran número de ataques con ácido. En América Latina se han reportado casos en Colombia y en México. De acuerdo con organismos internacionales, los sistemas judiciales débiles junto con altos niveles de impunidad y pobreza, son caldo de cultivo para que registren estos ataques.
La Fundación Carmen Sánchez, que lleva el nombre precisamente de una de la víctimas de ataque con ácido, tiene documentados 34 casos del dos mil uno a la fecha. Pero considera que en realidad hay pocos registros.
El lamentable caso de la saxofonista oaxaqueña, María Elena Ríos, ha visibilizado que el ser víctima de estos ataques, aun con todas sus huellas imborrables, es complicado aplicar la justicia. En 2019 fue rociada con ácido a petición de su expareja el empresario Juan Antonio Vera Carrizal a quien un juez le había otorgado la prisión domiciliaria, aun con el riesgo que para ella implicaba. Gracias a la presión de María Elena, Vera Carrizal seguirá su proceso en prisión.
En octubre pasado se publicó en el Diario Oficial el decreto que considera los ataques con ácido como violencia física contra las mujeres. Esto luego de que el Congreso decidió incluirla en la Ley de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia.
Desde el 2010 cuando se registró el primer ataque con ácido, estos han ido en aumento con sustancias que, como dijeron legisladores, se pueden conseguir en una tlapalería por unos cuantos pesos y destruir para siempre la vida de un mujer.